Con Pekerman clasificamos segundos de la eliminatoria en el 2014 y cuatro años después en el cuarto lugar. El equipo hacía goles, jugaba bien y le alcanzó para hacer el histórico quinto lugar en Brasil y en Rusia ser novenos después de esa definición por penales con la mejor Inglaterra en 30 años. Sin embargo a Carlos Antonio Vélez esto le sonaba a poco. El autodenominado mejor analista del país, creyó que era muy poquito esos resultados, que estabamos destinados a ser campeones del mundo. Su cercanía a dirigentes como Álvaro Gonzalez sirvió para instigar la inconveniente, innecesaria salida de Pekerman de la selección en agosto del 2018. Con Don José, quien no se quería ir, estabamos destinados a clasificar por tercera vez consecutiva. Pero no lo dejaron y ya lo dijo Cochise, acá la gente no se muere de cáncer sino de envidia.
Después de la salida de Pekerman todo quedó manga por hombro. Los jugadores, difíciles, discolos, nunca le entendieron los conceptos a Carlos Queiroz, quien hoy quedó eliminado a manos de Senegal con el equipo que dirigía. Entonces, de emergencia, se llamó a un técnico colombiano que venía de fracasar en Chile. Agarró una papa caliente y no supo como manejar a los jugadores. Todo por el capricho de un comentarista y la sinverguenzura de una Federación que debe irse mañana mismo si tienen algún tipo de dignidad.
Los colombianos no pueden permitir que un comentarista, con todo el poder en una emisora, siga narrando impunemente, moviendo sus intereses personales afectando el desarrollo de nuestro fútbol. Carlos Antonio en algún momento fue importante porque trajo conceptos a nuestros medios y nos puso a pensar y a entender la táctica, pero si tiene algún tipo de autocrítica debe aceptar su derrota, su mezquindad con Pekerman y reconocer que es el gran perdedor de este fracaso tan terrible.
Hoy retrocedimos veinte años. Se acabaron para siempre los años felices. Y Carlos Antonuo está ahí, en su Planeta Futbol, hinchado de ego, señalando culpables sin reconocer que él, con su mala leche contra Pekerman, fue uno de ellos.