Ninguna moda es perenne, ninguna moda es atemporal, todo pasa de moda, la moda como la política es dinámica, es cambiante y la que momentáneamente llega es aceptada y seguida religiosamente. A la política de consumo que vivimos no le conviene lo estático, ni lo que dure eternamente, no les conviene que ningún tipo de repuesto dure, porque se pierden muchas plazas de trabajo y son muchos los chinos, los hindúes, los japoneses y los gringos que las demandan. Les conviene lo que se mueva y se dinamice, aunque antropométricamente no se ajuste al sentido de lo cómodo, de allí el dicho que reza :“la moda no incomoda”. No seguir la moda en un sistema impuesto por el consumo es estar out. Apartarse totalmente de la moda es bien difícil, las presiones sociales son invencibles, con la moda se desafía convicciones, preceptos y principios para caer dócilmente en sus brazos que nos arropa y nos coopta. Por eso como toda religión tiene sus seguidores fanáticos y dogmáticos.
Tatuarse el cuerpo es hoy una moda y como toda moda será pasajera, aunque es una decisión personal altamente respetable y se encuentra en la órbita y principio constitucional del libre desarrollo de la personalidad, eso está claro. En mi mente atávica recuerdo que tatuarse era privilegio exclusivo de los marineros o “embarcados” que así los llamábamos, o de exconvictos: cuando uno veía a una persona tatuada lo asociaba con cárcel o con vida de marinero. Las largas jornadas de soledad que se vive en estas dos actividades y conducidas por el ocio contemplativo los llevaban a tatuarse de forma perenne el cuerpo. Hoy, ese concepto para bien o para mal ha cambiado: vemos que esta expresión artística, convertida en moda, se ha tomado grandes sectores de la población, especialmente de gente joven. El artista es quien los realiza, el portador simplemente presta una porción a veces significativa de su piel para lucirlo de manera sempiterna.
Sempiterno es algo que durará para siempre, que habiendo tenido principio no tendrá fin, algo que será perpetuo. Una sola preocupación se aposenta en mi menta atávica: cuando esto pase de moda y venga una oleada de absoluto respeto por el cuerpo y su piel, ¿qué pasara? Los tatuajes hasta ahora son perennes. Hoy se realizan tímidos intentos por borrarlos con laser, pero dicen que es tremendamente doloroso y no borra totalmente, sin dejar secuelas en la piel. ¿Seremos una generación de tatuados sin remedio? Hay un dichito por ahí que se ha hecho popular en el ambiente y no es precisamente en el tibiri tabara del jefe Daniel Santos, sino que dice “ mas arrepentido que un tatuado”. Significa que ya hay personas arrepentidas de haberse hecho tatuajes, sobre todo cuando el tatuaje se toma por asalto grandes porciones de piel de las piernas, los brazos, la nuca y el pecho, o cuando una relación amorosa termina y mi tatuaje ha hecho alusión a ella, con extremo frenesí. Ya terminada la relación el tatuaje no tendrá el sentido que emocionalmente se le dio, porque tampoco las relaciones sentimentales son eternas.
Pienso que cuando se esta joven así como veces no le pasa a uno por la mente la importancia de una pensión, así mismo no se piensa que algún día, el natural dinamismo de la moda, los sepulte sin remedio y venga el también natural arrepentimiento de haberse tatuado de forma extrema. Seguramente, tampoco pensamos que cuando es tan grande el tatuaje tiene nconsecuencias en la salud de su piel, en un obvio bloqueo de su transpiración.
Esta reflexión que hago no va en detrimento de una expresión artística que se ha tomado el mundo y que por el color de las tintas tiende a sobresalir y a lucir de forma más impactantes en pieles blancas, puesto que en pieles trigueñas o negras la tinta se mimetiza. No pretendo plantear un ambiente apocalíptico porque todo tiene solución a excepción de la parca. Alguna solución vendrá, que se sacará como mago del cubilete o me imagino que también la ciencia esté pensando en esto porque a la industria farmacéutica no se le escapa nada. Con el tiempo se le dará una solución efectiva, al arrepentimiento de haberse tatuado.