Y, comenzó el segundo mandato
Opinión

Y, comenzó el segundo mandato

Una reflexión de inicio

Por:
agosto 14, 2014
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El siete de agosto, a las tres de la tarde, ante el Congreso de la República en sesión formal, una vez juramentado, el presidente de la República dio inicio de su segundo mandato. Un mandato, en donde la postura sobre el conflicto armado que soporta, que padece el país por más de cincuenta años, resultó gananciosa en las urnas. La visión de la paz es, pues la impronta del mandato que inicia.

La iniciativa diversa, contrapuesta que, también obtuvo respaldo popular, no alcanzó a imponerse y, así, por las normas de la democracia, le correspondió aceptar los resultados, sin que exista una necesaria y rotunda oposición, ciega e intolerante. Solo, únicamente, la propuesta de rendición y fuerza no fue acogida. Por fortuna.

Desde luego, acabar con el conflicto armado es una necesidad sentida, necesaria, lógica, en la hora actual de nuestra sociedad; es decir, Colombia merece la paz. La idea, ya se ha dicho, la idea de la paz, se erige como un derecho y un deber, según la misma Carta Constitucional y, la forma de alcanzarla, la vía del diálogo, de la conversación, que no la más fácil y, posiblemente, no la más rápida; como que no existen tiempos exactos, ni pueden existir para lograrla, pues así se llegue a un entendimiento entre las partes, ello es solo un paso, por supuesto, un importante paso, para alcanzar el fin del conflicto; lo que se deja allí planteado es, ni más ni menos, un acuerdo entre los contrarios, con el contendiente, con la subversión; y, lo que sigue, el posconflicto, es aún de mayor consideración y cuidado. Miren ustedes, hablar de todo lo anterior, necesariamente, implica apagar los cronómetros.

Así, el mandato naciente es crucial y, ojalá, punto de no retorno a la barbarie y a la victimización.

Los momentos son de tensión; las necesidades que se imponen a la terminación del conflicto y luego, al de posconflicto, se han de enrutar como plan de Estado y, no solo de gobierno; las fuerzas reales de decisión se enderezarán, por alcanzarlas y, allí, los diversos recursos: humanos, financieros, logísticos y, por supuesto, jurídicos. En suma, la expectativa es superlativa y los caminos no son dóciles.

El mandato por la paz comienza, para, ojalá, transformarse en la paz como mandato; la infraestructura vial y de comunicaciones, en apego a las necesidades del comercio, de la intermediación; la economía, en ruta del bien común, de desplazar la pobreza; la intermediación interna e internacional, en procura del desarrollo interno; el trabajo formal y con igualdad; el ambiente para un tercer milenio; la educación general y de calidad; la salud con cubrimiento total; el agro satisfecho en la deuda social que se le tiene y, sí señores y señoras, la justicia, creíble, en contacto social para resolver el conflicto y, en transición para ser incluyente. Por supuesto, se presentaron ajustes en los ministerios y dependencias oficiales, situación normal, que el fuero presidencial aplica, plantea y ordena, esas son las secretarías, los ministerios para alcanzar una paz como mandato.

El escepticismo[1], el pesimismo, deben ser reemplazados por un realismo propio de la situación; dejar de lado el credo de las posibilidades, según el cual, todo puede ser mejor; o, todo es equívoco o equivocado. Los tiempos que corren son del realismo.

Con poner término al conflicto armado, no se alcanza la paz, sino con la erradicación de las circunstancias que llevan a los momentos de no paz, que no son necesariamente de guerra, pero pueden llevar a ella; una sociedad insatisfecha, es el caldo de cultivo de la perturbación de orden público, la violencia y, en espiral, al retorno de la víctima.

Inicia el segundo mandato, con más tareas o retos que, como dicen los expertos, ecuaciones no resueltas; pero, por fortuna, ya no se está en campaña. Estamos, en realista postura. Esta reflexión de inicio, sin duda, no es popular, pero sí necesaria.

 

[1]escepticismo. (De escéptico e -ismo). 1. m. Desconfianza o duda de la verdad o eficacia de algo. 2. m. Doctrina de ciertos filósofos antiguos y modernos, que consiste en afirmar que la verdad no existe, o que, si existe, el hombre es incapaz de conocerla. R. A. . derechos reservados. http://lema.rae.es/drae/?val=escepticismo.

 

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