Al iniciar un nuevo año con la tranquilidad del deber cumplido y siempre pensando como educador de ciudad, me parece pertinente evaluar la ejecutorias de la Secretaría de Educación de Cali en materia de gestión educativa.
En primer lugar, hay que destacar la valiente decisión del alcalde Maurice Armitage de priorizar la inversión en educación a partir del crédito con el sector bancario y destinar 360 mil millones para mejorar el sistema educativo; recursos irrigados en el fortalecimiento de la infraestructura escolar, construyendo instituciones nuevas, comprando predios y colegios usados e implementando un plan agresivo de reforzamiento en escuelas viejas cuya averiada arquitectura ponen en riesgo a diario la vida de cientos de niños, niñas y jóvenes.
De forma complementaria se destaca la impecable ejecución del Programa de Alimentación Escolar (PAE) valorado por el Ministerio de Educación Nacional como el mejor en transparencia, alcance y calidad que lo convierte en ejemplo para el país.
Ahora bien, como el sistema educativo es tan complejo por la cantidad de variables, hay aspectos que urge mejorar.
Es prioritario construir un plan maestro de formación y actualización de profesores para estar a tono con las competencias tecnológicas, de emprendimiento y de ciencias que les permita a los maestros investigar, sistematizar sus prácticas y publicar los conocimientos producidos. Este asunto es de suma importancia porque lo que está en juego es la pertinencia de los aprendizajes que circulan en las escuelas y colegios articulables siempre a las empresas y universidades de la región.
En este contexto es importante el tema de cobertura contratada que requiere instalar mesas de trabajo con sindicatos, asociaciones de colegios privados, educadores, padres y estudiantes para definir la proyección y viabilidad del programa en términos de beneficios efectivos al sistema escolar de la ciudad.
La verdad sea dicha hay que apostarle a la modernización educativa en equipos, laboratorios y talleres para que el concepto inclusión escolar y retención de estudiantes tenga verdadero sentido. La inclusión no solo es atender niños y niñas en situación de discapacidad es disponer instituciones con dotación completa para que los niños ingresen, permanezcan y mejoren las condiciones para el éxito escolar y de vida.
Más ahora que Cali es un Distrito Especial, Deportivo, Cultural, Turístico Empresarial y de Servicios es necesario reorganizar el sistema escolar, actualizar las ofertas educativas y renovar los proyectos curriculares para fomentar competencias y vocaciones escolares acordes a los retos internacionales.
Coincidimos con la Secretaría de Educación de Cali, si seguimos mejorando en la integralidad de concretar el significado del concepto calidad educativa con toda seguridad los buenos resultados de los estudiantes en las pruebas Saber 11°, Pisa o Timss llegarán por defecto.
Por ello, hay que trabajar en el horizonte de construir un modelo educativo de ciudad que permita consolidar a Cali como la ciudad más pujante de toda la región pacífico del continente.
Así las cosas, trabajar en la educación de calidad es una tarea de todas las fuerzas sociales, empresariales, institucionales y políticas de la ciudad. Porque formar ciudadanos competentes en amplio sentido, implica actuar responsablemente principalmente para garantizar la calidad del derecho a la educación. Finalmente, el balance educativo arroja que se requiere seguir invirtiendo en proyectos de gran impacto social que dignifiquen la educación.
