Ya está establecido el escenario de segunda vuelta, y se siente un aire muy denso de inconformidad entre una parte importante de los votantes. Y la diferencia de intensidad de votantes entre un candidato y otro, sin contar el presunto fraude que hoy se denuncia, es abismal.
Con esto Colombia se sumerge una vez más en elegir entre dos extremos, algo que no es sano para una sociedad, algo que divide más de lo que ya estamos, algo que evidentemente nunca nos permitirá trabajar y solidificarnos como un país.
Entra en un rol emblemático esa buena tajada de personas, que por lo que mostraron las elecciones de primera vuelta son cerca de 5 millones de colombianos, quienes no se identifican con ninguna de las dos partes. La tendencia que tenga este gran grupo de personas es la que definirá el resultado de la segunda vuelta.
Sin embargo, por lo mismo que se mencionó en el párrafo anterior, estos votantes entran en una incertidumbre de mucha dificultad. Ambos candidatos presidenciales que de alguna manera representaban a esa población, Sergio Fajardo y Humberto de La Calle, han decidido no tomar partido y dejar en potestad de sus simpatizantes el camino por el cuál tomar. Aunque debemos saber que con la salida de estos dos candidatos de la contienda, botamos cualquier posibilidad de tener esa unificación tan necesaria para Colombia.
Es ahora donde toman más protagonismo las estrategias políticas que implementen en sus campañas los contendores restantes en la carrera por la presidencia para ganarse esos votos, pero hay algo que es necesario que ambas campañas comprendan y es que muchos de esos votos que hoy se disputan son votos por convicción, es por eso que ninguno de los candidatos debe recurrir a incentivar el miedo por el otro, es muy seguro que eso no funciona, lo que deben hacer es a persuadir con sus ideales, con sus políticas, así como debe ser. Lo que se tenga en común no puede ser el odio por alguno de los dos.
Ambos bandos tienen mucho por entender: los de Duque, que gran parte de la búsqueda de esas alternativas políticas es por no querer a los mismos con las mismas en el poder público; que la política que su candidato propone está muy lejos de las orientaciones de ellos y lo más importante, que el miedo ya no influye igual que antes.
Los de Petro, que no es obligación de estas alternativas apoyar al candidato por la Colombia Humana, por una simple cuestión de fundamentos, de muchas diferencias ideológicas. Que hay pocas diferencias políticas, pero las que hay son muy alejadas. Deben aceptar también el hecho de que el candidato que más la convenía al del uribismo para enfrentar en segunda vuelta, era Gustavo Petro, y así es. Que la transición en el poder que necesita Colombia debe ser como tal una transición, por eso debe pasar necesariamente por alguno de los del centro.
Y todos deben reconocer que durante cada una de sus campañas Fajardo y De la Calle rechazaron completamente a cualquiera de los dos que hoy están en la segunda vuelta, por lo que no deben sorprenderse, es cuestión de principios.
El panorama político para nuestro país es complejo en gran medida. Debemos ser conscientes que cualquiera de los dos que llegue al poder le hará un gran daño el país, lo que se sentirá sobre todo en la convivencia entre los colombianos. Sea el que quede electo, va a tener casi la mitad de un país, inconforme.
Ni Duque ni Petro representan lo concebido por el candidato de la Coalición Colombia y el del "Partido" Liberal. No obstante, es importante resaltar que en este momento, definiendo cuál representa menor peligro para el bienestar democrático del país y por algo de mucho peso en colombia como lo son los acuerdos de paz, el pulso por esos 5 millones de votos se lo está llevando Gustavo Petro.
