Y ahora nadie quiere asumir la responsabilidad de Hidroituango

Y ahora nadie quiere asumir la responsabilidad de Hidroituango

Parece que nuestros políticos están preparados para cortar la cinta de inauguración o de entrega de una obra, pero no para asumir su culpa cuando las cosas salen mal

Por: Rafael Rincón Patiño
febrero 07, 2019
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Y ahora nadie quiere asumir la responsabilidad de Hidroituango

“A mí me tocó Hidroituango” le responde Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín, a Vicky Dávila, periodista de la W, en medio de un temor a perder rating. “Estamos todos desinformados” le dice el mismo día el gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez, a la misma periodista; es decir, emerge la típica respuesta infantil: “Yo no fui, escúlquenme”.

Las respuestas de los gobernantes han sido evasivas. Podría interpelar al alcalde de Medellín diciendo que a él le tocó la Medellín que le dejó su antecesor Aníbal Gaviria, por cierto creo que son las únicas obras que ha inaugurado a la fecha, y a este la que le dejó Alonso Salazar y a este la que le dejó Sergio Fajardo y a este la que heredó de Luis Pérez. Un político decente asume responsabilidades porque además las tiene claras, pero parece que los políticos nuestros están preparados para cortar la cinta de inauguración o de entrega de una obra pero no para asumir su cuota de responsabilidad.

Tapar el desastre actual de Hidroituango es como querer tapar el sol con una mano; hoy existe una tragedia que va mucho más allá de una contingencia como se ha querido camuflar la tragedia. Sin duda Epm lucha con todo para evitar el mal mayor que es el colapso de la presa y también trabaja con denuedo para salvar el proyecto de 2.400 megavatios (iba a ser el 17% del total de la energía de Colombia) y una altura de 225 metros.

Se ha querido mostrar el desastre de Hidroituango como un imprevisto, como una fuerza mayor, es decir, como un insuceso causado por la naturaleza del cuál somos víctimas. Algo así como que nos cayó un rayo. Según este metarrelato somos víctimas de un imprevisto al cual no se le pudo hacer resistencia. Fue un hecho de la naturaleza del cual, además, esperamos que nos salve Epm, uno de los victimarios.

La defensa de los inculpados en el caso Hidroituango ha acudido a argumentos regionalistas e incluso tacha a quienes se atreven a cuestionar de enemigos de Epm. Dice el mismo Alcalde Federico que ahora todos están contra Epm. Afortunadamente los responsables son de todos los colores políticos (Uribe V., Fajardo, Gaviria, Federico Gutiérrez).

Para hallar la punta del ovillo de las responsabilidades (penales, administrativas, civiles, disciplinarias, fiscales) basta con preguntarse a quiénes beneficia directamente el proyecto. El proyecto tiene a particulares nacionales y extranjeros que se benefician directamente, protegidos con el nombre de Epm.

En esta región, Antioquia, se diseñó un modelo de gobierno y de desarrollo, en donde, por un lado, algunos empresarios capturan las empresas públicas y sus decisiones estratégicas y con ellas apalancan sus negocios privados, y por el otro lado, gobiernan con un sentido de misericordia con los más pobres. No luchan contra la pobreza, son queridos con los pobres, eso sí capitalizan la desigualdad social. Este modelo permite crear mayor inequidad con inversión social y mayor enriquecimiento de los empresarios.

Volviendo a la responsabilidad política, resulta que construir represas en cualquier parte del mundo es considerada una actividad que genera riesgo; por lo tanto, responden quienes reciben o recibirán los beneficios del embalse. El solo hecho de iniciar este tipo de empresas genera una carga de responsabilidad de carácter objetivo tanto para los dueños como para los constructores. Desde ese punto de vista responden los dueños y los contratistas sin necesidad de demostrar culpas. Hay un riesgo especial que no se lo pueden cargar a las comunidades aguas abajo o aguas arriba.

En segundo lugar, se puede afirmar que Epm no hizo lo que tenía que hacer. No solo hubo fallas de geotecnia o de construcción, como tantas veces lo ha repetido un Gobernador, no solo no escucharon a las comunidades como ha quedado constancia en la prensa, no solo se dejaron llevar por el afán de conseguir rápidamente el lucro económico, no solo criminalizaron a quienes protestaron contra el proyecto, no solo hicieron caso omiso a los órganos de control y a la academia sino que también omitieron un plan de gestión del riesgo de desastres. Lo que hoy hace Epm es atender la emergencia que generó, pero no hubo trabajo en conocimiento y reducción del riesgo.

Estamos aquí, en el desfiladero, porque se cerraron los túneles de desagüe que le hubieran permitido mantener el control del embalse. No fue el ánimo de lucro, fue el afán desmedido de lucro el que puso a Hidroituango al borde del precipicio. Las ganas de plata ya.

Crucemos los dedos y sumemos para que el desastre sea menor sin dejar de ver las responsabilidades.

Me pregunto en qué país vivimos que ni siquiera se insinúa una renuncia.

 

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