Primero se llevaron a los comunistas, pero a mí no me importó porque yo no lo era;
enseguida se llevaron unos obreros, pero a mí no me importó porque yo tampoco era obrero,
después detuvieron a los sindicalistas, pero a mí no me importó porque no soy sindicalista;
luego apresaron a unos curas, pero como no soy religioso, tampoco me importó;
ahora me llevan a mí, pero ya es demasiado tarde.
Bertolt Brecht
Primero se vinieron contra el general Mendieta, como lo mencioné en mi columna de la semana pasada, pero las otras víctimas no dijeron nada, porque no eran militares. Ahora lo hicieron contra Clara Rojas y las demás víctimas no se quejaron porque ellas no habían tenido un hijo en cautiverio. Después atacarán cualquier otra de las personas que se declaran víctimas de las Farc. Y como diría el poema de Brecht ya será demasiado tarde para reclamar.
Así es el método de las Farc en La Habana: respeto declarado a la condición “insustancial” de víctima y ataque moral a la condición concreta de víctima. Por esa vía preparan terreno para recusar a quienes pretendan solicitar verdad, justicia y reparación.
¿Verdad? Pues sí, la de ellas, la retorcida verdad de una explicación ideologizada de su barbarie. Que el General no era general sino teniente. Que Mendieta fue el que las atacó en un combate para defenderse de la toma de Mitú. Que fue tan mal militar que en ese combate hizo que perdieran la vida muchos de los soldados a su cargo.
¿Justicia? Por supuesto, la transicional. Esa que los llevará a purgar la pena de enfrentarse a la sociedad sin dar órdenes, sin armas, no como están acostumbrados. Y luego obtener la restitución de sus plenos derechos civiles y democráticos, podrán sin duda elegir y ser elegidos.
¿Reparación? Ni qué decirlo, para eso está el fondo del posconflicto que administrarán conjuntamente con el gobierno. Habrá denarios suficientes para pagarle a las víctimas por los daños causados por el conflicto armado (No por ellos, la guerrilla).
Cuando me referí a la burla que hizo Joaquín Gómez, dirigente fariano, contra el general Mendieta tenía la esperanza de que se tratara de un falso positivo y que el Comando Central de las Farc o por lo menos sus delegados en la Habana fueran a aclarar este punto de vista. Pensaba con el deseo y por eso dije que habría que esperar para ver si era el pensamiento mayoritario de los comandantes guerrilleros.
Sin embargo, a los pocos días otra voz en la guerrilla dejó saber que tampoco se puede considerar víctima a Clara Rojas porque ella produjo su propio secuestro. Esta afirmación se hace poco antes de que una nueva comisión de víctimas sea designada para enfrentar a los victimarios.
Clara Rojas, para quienes no lo recuerden, tuvo un gesto de solidaridad con Ingrid Betancourt cuando enfrentaron un retén de la subversión en la zona del Caguán. Ella, que en ese momento era la fórmula vicepresidencial de su amiga, se negó a dejarla sola, retenida por la guerrilla y en consecuencia se las llevaron a las dos. Lo que pasó en esos largos años de cautiverio ya se conoce suficientemente: tristeza, maltrato, humillaciones y, en el caso de Clara, el secuestro y posterior separación de su hijo Emanuel.
Y si eso no es ser víctima de la guerrilla, entonces ¿qué lo es? Pero las demás víctimas, como dice Brecht todavía no se dan por aludidas, porque no se trata de ellas... Y cuando se trate de ellas, será tal vez demasiado tarde.
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