Hace dos meses, a finales de mayo, Egan estaba tendido en la cama de una clínica en Andorra. Xiomara Guerrero, la mujer que conoció hace tres años gracias a su pasión por el ciclomontañismo, le preguntó si se iba a ganar el Tour de Francia, el muchacho, derrotado, acribillado por los calmantes, se le ensombreció el rostro y dijo entre dientes: no sé. En ese momento se recuperaba de una fractura de clavícula que lo sacó del Giro de Italia. Se deprimió durante unos días pero su mentalidad y Xiomara, lo hacen invisible. Este 27 de julio, después de llegar a Val Thorens, lo primero que hizo fue buscar a esta bogotana y abrazarla.
Ella estuvo ahí en las buenas y en las terribles, como las tres caídas que se dio en su primer año en la élite del ciclismo colombiano. Ahora, a 130 kilómetros de Paris, Egan debe recordar estos momentos, cuando se recuperaba de una terrible caída.