El secretario general del Partido Comunista de China, PCCh, y líder del gigante asiático, Xi Jinping, inauguró el XX Congreso de la formación, afianzando su postura como la figura más influyente de China en décadas.
El Congreso fue observado de cerca por empresas, gobiernos y el público en busca de señales de dirección oficial de la nación asiática que vive una dolorosa caída económica, una nueva escalada de tensión con Washington y sus vecinos asiáticos en materia de comercio, tecnología y seguridad.
"Los próximos cinco años serán cruciales", comentó Xi en un discurso televisado que duró una hora y 45 minutos en el Gran Salón del Pueblo, donde reiteró su eslogan del "rejuvenecimiento de la nación china", que incluye la reactivación del papel del partido como líder económico y social, y que hace referencia a lo que Xi considera una “época dorada” tras su toma de poder en 1949 por parte de los comunistas.
El partido apuesta por crear una sociedad próspera a mediados de siglo y devolver a China su papel histórico de líder político, económico y cultural. Beijing va a la caza de su presencia en el extranjero con el lanzamiento de la multimillonaria Nueva Ruta de la Seda, una iniciativa para construir puertos y otras infraestructuras en Asia, África y América Latina, con el fin de crear grandes rutas comerciales y ampliar la influencia de Beijing.
Cero Covid seguirá, pese al costo económico
Durante el discurso, Xi citó como un logro la severa y polémica estrategia de "cero covid" de su gobierno, que más de dos años después del inicio de la pandemia sigue obligando el cierre de grandes ciudades para frenar la propagación del virus.
"En respuesta al repentino brote de la pandemia de Covid-19, insistimos en poner al pueblo y sus vidas por encima de todo y perseguimos tenazmente una política dinámica de cero COVID", comentó Xi.
"Lanzamos una guerra popular sin cuartel para luchar contra la pandemia y protegimos la salud y la seguridad del pueblo en la mayor medida posible", agregó.
No habrá cambios, dijo, pese al costo económico que esto implique. A principios de esta semana, se colgaron pancartas criticando a Xi y a la política de "cero covid" en un puente peatonal sobre una de las principales vías de Beijing, un acto poco habitual.
Pero las fotos fueron eliminadas de las redes sociales a la brevedad y el popular servicio de mensajes WeChat cerró las cuentas que las habían reenviado.
Congreso ovaciona la "reunificación" con Taiwán
"En respuesta a las actividades separatistas que buscan la 'independencia', y a las burdas provocaciones del exterior, hemos luchado con determinación, demostrando habilidad y fuerza para salvaguardar nuestra soberanía e integridad territorial", comentó Xi sobre las crecientes tensiones con su vecino Taiwán, la isla que China reclama como suya y que considera como una provincia rebelde.
"Perseguiremos una reunificación pacífica pero nunca prometeremos renunciar al uso de la fuerza como opción", advirtió el líder del PCCh antes de definir a China como potencia que promoverá la paz mundial y que "nunca buscará la hegemonía" ni el "expansionismo".
El Gran Salón del Pueblo estalló en la mayor ovación de la mañana cuando el mandatario aseguró que "la reunificación se conseguirá", y aprovechó para hacer referencia a Hong Kong y los "desarrollos turbulentos" allí. "El Gobierno central ejerció su jurisdicción para asegurar que Hong Kong lo gobernaban patriotas. Restauramos el orden", sostuvo.
Desde Taipéi llegó un a pronta reacción. La oficina de la Presidencia aseguró la isla no renunciará a su soberanía ni cederá cuando de su libertad y democracia se trata. Agregó que la mayoría de los taiwaneses se oponen al modelo de "un país, dos sistemas" que Beijing promueve para la isla.
Xi, rumbo a un tercer mandato
El líder chino va encaminado a obtener un tercer mandato, algo inédito entre sus antecesores y que lo dejaría como el hombre más poderoso en el gigante asiático desde Mao Zedong.
El probable tercer mandato de Xi levanta suspicacias entre quienes auguran "un empeoramiento de los derechos civiles y políticos, los cuales ya estaban gravemente restringidos, dado que las autoridades responden a las quejas con más censura, detenciones arbitrarias y represión", según la ONG Human Rights Watch.
Amnistía Internacional advirtió que prolongar el tiempo de Xi sería un "desastre para los derechos humanos". Además de las condiciones dentro de China, el organismo señaló los esfuerzos de China por "redefinir el significado mismo de los derechos humanos" en las Naciones Unidas.
Xi pidió reforzar la seguridad nacional
"Trabajaremos más rápido para modernizar la teoría militar, el personal y las armas", prometió Xi en el discurso y agregó que "mejoraremos las capacidades estratégicas del ejército".
El brazo militar del partido, el Ejército Popular de Liberación, tiene que "salvaguardar la dignidad y los intereses fundamentales de China", aseguró Xi, refiriéndose a una lista de reivindicaciones territoriales. China es el segundo país del mundo que más gasta en armamento, después de Estados Unidos, y busca ampliar su poderío con el desarrollo de misiles balísticos, portaaviones y puestos de avanzada en el extranjero.
"Debemos fortalecer nuestro sentido de la dificultad, adherirnos al pensamiento de fondo, estar preparados para el peligro en tiempos de paz, prepararnos para un día de lluvia y estar listos para soportar grandes pruebas de vientos y olas altas", comentó.
Xi mencionó la palabra "seguridad" o "protección" 73 veces, en comparación con las 55 veces de 2017, según revelaron las transcripciones de la agencia estatal de noticias Xinhua, y prometió que China reforzará su capacidad de construir una capacidad de disuasión estratégica.
Durante el Congreso Xi no hizo ninguna mención a la invasión rusa de Ucrania, que Beijing se niega a condenar. En febrero, previo al inicio de la guerra, Xi emitió una declaración conjunta con el presidente ruso, Vladimir Putin, en la que decía que tenían una amistad "sin límites".