Desde su creación en 2012, Win Sports se convirtió en el canal oficial del Fútbol Profesional Colombiano, sin embargo, no ha sido bien recibido por la audiencia, que aprovecha cada oportunidad para mostrar su inconformismo por la calidad de sus contenidos y las narraciones de los partidos.
El pasado domingo 24 de septiembre, durante el juego entre el Junior de Barranquilla y el Deportes Tolima, el narrador Javier Fernández Franco confundió al club ibaguereño con el Deportivo Independiente Medellín, lo cual desató las burlas inmediatamente y puso a muchos a pensar si en verdad vale la pena pagar $30.000 por el canal premium que inició operaciones en 2020.
Pero eso es solo la punta del iceberg. Por ejemplo, Carlos Antonio Vélez hace uso de las transmisiones de los encuentros para realizar intervenciones sobre política y la situación política del país. Además, después de que la Superintendencia de Industria y Comercio citara a una reunión extraordinaria el pasado viernes 22 de septiembre, Vélez indicó que se trataba de una arbitrariedad hacia la División Mayor del Fútbol Profesional Colombiano (Dimayor).
A pesar de se asegura que desde que existe el canal premium Win Sports + los clubes están recibiendo más dividendos por los derechos deportivos, esto no se refleja en el nivel de los equipos colombianos a nivel internacional, ni mucho menos en los escenarios donde se juega al fútbol. Una muestra de lo anterior son las canchas de Tunja, Envigado y Neiva, las cuales presentan falencias, ya sea por sus gramados o por cuenta de una iluminación en pésimas condiciones o nula (Envigado).
Pero eso no es lo único. En las últimas jornadas, los partidos se están programando en horarios que no son habituales para la liga y se está jugando prácticamente todos los días, lo que a priori afectará el desempeño de los futbolistas más adelante por la sobrecarga muscular.
Aquí es donde aparece la pregunta, ¿vale la pena pagar por un producto que no ofrece calidad sino cantidad? Porque así como sucede con las competencias deportivas que allí se emiten, lo mismo ocurre con los programas, en los que las polémicas son muy obvias y no generan debate, sino repulsión en las redes sociales.