Alguna vez le oí decir al periodista Juan Gossaín en Radio Sucesos RCN que el exjugador de fútbol Willington Ortiz se había retirado de la política porque su carácter diáfano y honesto no pudo soportar más la corrupción del Congreso. Nada más lejos de la verdad. Un comentario más que absuelve de manera impune a personajes públicos que han pasado sin pena ni gloria por el legislativo colombiano, con la gravedad de que se acercaron no sólo a la mediocridad sino además a la corrupción.
Como asesor durante más dos décadas del Congreso de la República, he llegado a la conclusión que los medios de comunicación construyen personajes ficticios de alto perfil, pero que en escenarios como el Congreso se demuestra que estaban hechos de barro (como fue el bajo perfil de los entonces senadores Juan Gómez Martínez y Samuel Moreno Rojas, quienes nunca adelantaron un papel protagónico en el Legislativo), sin contar la tamaña irresponsabilidad de personajes de peso como Martha Lucía Ramírez, María Isabel Rueda y Gina Parody, quienes renunciaron a mitad de período como miembros del Congreso, porque sencillamente les dio estrés, se sintieron incomprendidas o consideraron que el legislativo era inferior a su "genialidad", pero que en términos prácticos se puede llamar "excentricidades de la élite" (una vez vi desesperada a María Isabel Rueda porque no bajaba a toda velocidad un ascensor del Edificio Nuevo del Congreso), y que desafortunadamente los medios de comunicación nunca se tomaron el trabajo de indagar y cuestionar, lo que les ha permitido continuar tan campantes en el ejercicio de su vida pública.
A Willington Ortiz lo conocí a principios de la década pasada, cuando expectante me acerqué a pedirle un autógrafo, en el momento en que radicaba unos papeles para posesionarse como representante a la Cámara en la Secretaria General. Confieso que esperaba a un hombre estructurado, intelectual, inquieto, pensante, pero lo único que encontré fue a un hombre inexpresivo, con una mirada perdida y una constante sonrisa simple, que demostraba a grandes leguas no sólo un absoluto desinterés por legislar sino además una total ignorancia sobre el Congreso y el País, hasta tal punto que nunca se le escuchó una sola intervención en la Comision IV o en la Plenaria de la Cámara, en donde se limitaba a votar como fiel borrego los proyectos de iniciativa gubernamental, en su condición de miembro del Partido Corporación Social Integral del Pacífico (Corposinpac) y miembro de la coalición de gobierno "Uribista".
Alguna vez me acerqué a su curul en la Plenaria de la Cámara, para preguntarle solo por curiosidad cómo iba a votar un proyecto de reforma tributaria en las comisiones económicas, a lo que me contestó rascándose la cabeza y encogiéndose de hombros: "pues lo que dicen es que todos debemos votar a favor, porque al Gobierno le urge sacarlo cuanto antes". Era la típica respuesta de esa clase de congresistas que desconocen el proyecto, que no tiene ni idea del tema, que se limitan a actuar como le indican, que simplemente asisten por asistir, que hacen coro en el pupitrazo y que se mantiene en un total silencio a lo largo de cuatro penosos años de irresponsabilidad.
Y lo peor de todos es que los medios de comunicación usualmente eximen a esta clase de personajes públicos, con comentarios tan generosos pero tan a la ligera como el de Juan Gossain, quien seguramente solo vio a "el viejo Willy" desde la gradería de un estadio, pero sin duda no tiene ni idea del desastre que fue el emblemático jugador como congresista, y seguramente no tiene ni idea del papel tan mediocre que "interpretó" el director de cine Sergio Cabrera, quien dejó botada su curul en la Cámara sin ninguna explicación, con serios cuestionamientos como vicepresidente de la cámara, y con un inexistente trabajo legislativo (lo único que se le escuchó fue la organización de un "Forito" de cine en el Capitolio Nacional).
El señor Gossain ignora seguramente que al entonces Senador Edgar Perea (Q.E.P.D) , solo se le conoció en la Plenaria un golpazo que le dio a su curul con el micrófono, con el supuesto convencimiento que estaba en una de las peleas que se armaban en el programa deportivo de Caracol "La Polémica" (aún me pregunto si el pobre micrófono se averió y si "El Campeón" pagó por el daño a un bien público); o que uno de los casos más lamentables de un ejercicio congresional fue el de Leonor González, "La negra grande de Colombia", quien asistía a comisión y Plenaria con una permanente sonrisa extraviada, donde a simple vista se notaba que no se las creía estar en un escenario de semejante calado, ni mucho menos entendía en lo absoluto su rol congresional; y mucho menos Gossaín debe estar enterado del papel silencioso y de escasa productividad en el Senado del gran actor Carlos Muñoz (Q.E.P.D) y el expresentador de Sábado Felices Alfonso Lizarazo.
Un puñado de casos que ha pasado sin siquiera un cuestionamiento de la sociedad civil, con el agravante que no aportaron nada a la discusión de los grandes temas de País, pero si les costó millonarias sumas a los colombianos con el pago de salarios, prestaciones, cesantías, salud y pensiones a estos congresistas, que de vez en cuando tienen la desfachatez de decir que se fueron del Congreso porque supuestamente no comulgaron con la falta de transparencia del legislativo, lo que les estaba afectando seriamente sus principios éticos y morales. ¡Por Dios santo! ¡Qué cinismo!
Coletilla 1: Una excepción fue el buen trabajo legislativo que adelantó el actor de teatro Venus Alveiro Silva y la medallista Olímpica María Isabel Urrutia, quienes fueron fieles a sus convicciones y defendieron con ahínco los intereses del pueblo colombiano.
Coletilla 2: Una renuncia como congresista antes de terminar el periodo no son de reserva exclusiva de "las excentricidades de la élite" a nivel nacional, sino que también se pueden citar casos de "excentricidades criollas" como las renuncias en el primer año del cuatrienio de los entonces representantes a la Cámara Jacobo Rivera y Efrén Hernández para aspirar a la Gobernación de Casanare, que sin desconocerles un buen desempeño en el Congreso, se convirtió de manera injusta o no en el fin de sus carreras políticas. Y una más reciente: la intempestiva renuncia del entonces Representante José Rodolfo Pérez.
@jcninonino