A los 73 años, después de ganar todos los partidos que tuvo en su vida, William Vinasco Ch se sigue levantando a las cuatro de la mañana. El hambre de gloria no se le acaba. William es tan camellador que, algunas biografías lo describen como un hombre nacido en una familia humilde, al que le tocó ser taxista, vender quesos y hasta perros calientes en la calle. Nada de esto era cierto.
William es hijo de sastres que además vivían muy bien. Si se metió de taxista fue porque su mamá vivía en Cali y él iba de Bogotá hasta la sultana del Valle en su Fiat. Con su vocación de negociante y aprovechando una época, por allá a principios de los años setenta, donde no había terminal de buses en Bogotá, William, con su vozarrón, anunciaba: “Bogotá-Plaza Caicedo”. Así recogía cuatro pasajeros. Con esos viajes fue pagando su carro y le alcanzó para comprar un Dodge. Vendió perros calientes y quesos porque le encantaba la plata. Y la radio, aún le sigue gustando la radio.
William Vinasco al lado de su ídolo, el rey Pelé
Desde 2022, Briceño 18 es la sede del Festival Estéreo Picnic. Es bastante dudoso que a este amante de Celio González, Bienvenido Granda y Tito Rodríguez, le gusten Drake, Rosalía y Billie Eilish las estrellas invitadas al Festival realizado en este 2023.
Los organizadores del Estéreo Picnic lo han invitado, pero él con su voz de señor bien educado, los sabe eludir. Estar entre las multitudes es un lujo que ya no se da. Su contacto es con la multitud que encuentra en la intimidad y con la distancia que sólo da el micrófono. Es paradójico que al rey de la narración futbolística, las aglomeraciones no le gusten.
El golf, una de las pasiones de William
Antes de William Vinasco, la gente que veía partidos de fútbol por televisión acostumbraba bajar el volumen de ese aparato y escuchar la radio. Las narraciones solían ser frías, distantes, pero William mandó a parar todo eso.
Su primer Mundial lo tuvo gracias a la OTI en Italia hace 33 años. Allí fue la estrella. Su momento cumbre, el mismo que tuvo todo un país: minuto 90 del partido contra Alemania. Aunque habíamos jugado mejor que los alemanes, Pierre Littbarski marcó un gol injusto. El lamento de William era el mismo de todo un país: “parafraseando al maestro Héctor Ulloa, nos faltaron cinco centavitos para el peso”.
A William la voz se le partía: “no hay derecho”- decía- “no hay derecho”. Él, tan buen católico, casi que se le quejaba a Dios por su falta de consideración con un país que era desangrado por las guerrillas, los narcos y los políticos corruptos. Entonces, Dios lo escuchó. Leonel recupera la pelota, se la da al Bendito, el Bendito Fajardo a Valderrama, tuya y mía, mía y tuya, el Pibe vio con el rabillo del ojo a Freddy Rincón solo y el negro grande de Buenaventura, a la salida de Bodo Illgner, arquero alemán, encontró sus piernas separadas y por esa rendija, marcó el empate. La narración de William, lo inmortalizó:
Casi se desmaya. Entonces, todo el país empezó a decir las palabras que él mismo usaba: el balón no se iba por encima del travesaño, sino “del palo de mango” y todo aquel que quería celebrar más con sus amigos, gritaba: “y que no me esperen en la casa”.
William es un publicista innato. Fue el creador del Gol Caracol, uno de los programas más rentables para Caracol Televisión. Con las cuentas claras y tras la ansiada libertad económica, vendió sus carros, una casa y hasta se empeñó para tener su propia emisora. Al principio fue duro. La publicidad no llegaba y después, descubrió la propia mina de oro.
Hoy, William Vinasco Chamarro es un tipo con fortuna. Sus negocios son más que rentables. Santa Costilla es un restaurante que siempre está lleno, bares como McCarthy y Rosarito también causan furor en Bogotá y todo fue gracias al fútbol, su pasión.
Más que el fútbol, su vocación es la radio y además del golf, están los boleros. Los sábados a las 10 de la mañana, llega el momento que más le gusta de la semana y es su homenaje a La Sonora Matancera, la agrupación que más disfruta de todas.
Le cobra millones a Páramo, empresa organizadora de eventos, por alquilarle su campo de golf para que haga uno de los festivales más famosos de Latinoamérica, tiene que pelear a brazo partido con Claudia López, pero lo de él siempre será el bolero. William fue un tipo que nunca paró de trabajar y así lo hará, hasta el final de sus días. Las verdaderas vocaciones no se apagan jamás.