A mí también me gustó la carta que William Ospina le envió a Nicolás Maduro, creo que no ahorró ningún elogio necesario y tiene validez lo que allí expone, merece ser atendido. Él invita a que se convoquen nuevas elecciones en Venezuela, y eso no está mal. De esa carta, algo se puede rescatar.
Yo pienso que en Miraflores algo deben de estar pensando en relación con su misiva. Cada proceso político y social tiene sus propios ritmos y dinámicas, sus particularidades. La dinámica del proceso chileno nos mostró que la derecha volvió al poder por un período de gobierno, pero luego el pueblo le dijo: chao. En Argentina parece que va a suceder lo mismo.
El proceso venezolano es diferente al del resto del mundo, pues cuenta con una variable muy importante: el petróleo, entre otras cosas. Por lo menos William Ospina es de los pocos escritores que se atreve a reconocer el talante democrático de Maduro, y no se ha vendido a nadie. Sigue conservando su independencia y la libertad de expresar lo que piensa.
Se está generando una predisposición a atacar todo lo que William Ospina diga. Desde la derecha lo descalifican por ser de izquierda y desde algunos sectores de la izquierda piensan que tiene visos de ser de derecha. Es una antipatía gratuita. Malo si sí, malo si no. ¿Por qué algunas personas de la izquierda olvidan que Ospina no es oficialmente el canciller de la Revolución Bolivariana?
Parece él es el único ser humano que no tiene derecho a equivocarse. Aunque, claro, la carta tiene cosas discutibles. Quizá lo hace para no exponer demasiado el pellejo, porque, ¿quién no tiene miedo en Colombia? Sin embargo, no le echemos tierra a lo que la carta tiene de valioso y propositivo.
Ni William Ospina es un diplomático venezolano, ni la oposición venezolana es todopoderosa. El poder emana del pueblo. No es una ingenuidad el hecho de que William Ospina confíe en el pueblo venezolano. Ese pueblo ya no es apático a la política ni a los procesos democráticos nacionales e internacionales.
Confiemos en la voz del pueblo, que es la voz de Dios.