En estas elecciones por la Alcaldía de Cartagena, candidatos, periodistas y sus campañas (en especial sus adeptos) fueron víctimas de alguno(s) de los siete pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia o pereza. Lo preocupante es que, después del resultado de ayer, muchos habrán quedado con el sinsabor de la derrota y continuarán al acecho esperando por los errores del alcalde electo, William Dau. No es de extrañar, ya que al leer mensajes —pasados y actuales— en las redes sociales y columnas de opinión de los diferentes medios locales se nota que, más allá de su “preocupación” por la ciudad, lo que dejaron estas elecciones fueron muchos egos golpeados. Si realmente estuvieran preocupados y hubieran deseado impactar de manera positiva a la ciudadanía, Cartagena no estuviera sumida en ese oscurantismo donde la ignorancia, la corrupción, la subjetividad, la envidia, el egoísmo y la mediocridad reinan (no me lo invento, lo viví).
Muchos periodistas mediocres y medios locales de la ciudad esperarán con ansias reprimidas ese momento en el que puedan resarcir sus egos con un visceral, revanchista y liberador “se los dije y no me creyeron”, y así volver a sus tronos de autodenominados poseedores de la verdad (infantil y mayoritariamente basados en sus seguidores de redes sociales) en la prejuiciosa y arribista sociedad cartagenera. Me alegra sobremanera que los medios sientan que, posiblemente, bajo una administración de Dau no estarán en su zona de confort (durante la administración Dau, no tendrán mucha oportunidad para la pauta basada en favores), para ver si de una vez por todas entienden su verdadero rol y el mensaje que la sociedad les está enviando no solo a la clase política, sino a ustedes los periodistas. ¡Aténsense y acondúctense!, diría mi abuela.
A William García y Yolanda Wong: no todo vale. No les dedicaré si no unas cortas líneas, ya que ni en la derrota William García, a diferencia de Wong, tuvo la gallardía de reconocer el triunfo de William Dau, lo cual nuevamente muestra de qué está hecho.
A los candidatos Sergio Londoño, Jaime Hernández y Armando Córdoba, mis felicitaciones y a prepararse desde ya para las próximas elecciones. Los planes de gobierno de Sergio y Jaime mostraron que tienen un proyecto de ciudad que los ciudadanos cartageneros deberán tomar en cuenta. La independencia verdadera necesita seguir siendo la bandera de cualquier candidato, ya que la ciudadanía mandó el mensaje fuerte y claro. Sus movimientos deben seguir construyéndose desde las bases, sin egoísmos, agendas escondidas, o dobles intenciones, o marrullería y promesas baratas. Esto reversaría cualquier ganancia que se haya logrado hasta ahora, refiriéndome al hecho de convencer al votante libre que puede marcar la diferencia y elegir a alguien sin clientelismo. Donaciones pequeñas (por plataformas virtuales y otros mecanismos) de ciudadanos comprometidos deben hacer parte de sus campañas, independientemente del monto, para poder empoderar al ciudadano.
A la academia, gremios y veedurías: el trabajo no solo es en época electoral. Hay muchísimo por hacer y ustedes mucho que aportar. La sociedad cartagenera adolece de mucha educación en la cosa política. Si quiere tenerse un votante libre y responsable, hay que seguir insistiendo en los ejercicios ciudadanos que se pusieron en práctica durante los últimos dos meses. Debe ser algo continuo y constante. Gremios: los apoyos no se dan faltando dos días, eso los desdibuja y denota improvisación.
Por otra parte, William Dau tiene la obligación de ponerse al día con muchos pendientes en su propuesta de gobierno extremadamente débil. La ciudad no puede darse el lujo de revanchismos ni luchas personales, sin que eso quiera decir que no deberá defenderse o que traerá a bordo personas que quieran sabotear su visión de ciudad, que anhelamos sea la del bienestar de todos. Muchos esperamos que esté a la altura del reto y que tenga claro que esto no se trata solo de gobernar con los que estuvieron con usted en campaña solo por lealtad, sino, lo más importante, entender que es la cabeza visible y el faro de este proyecto, en donde deberá:
(a) Escoger gente idónea y honesta.
(b) Escuchar atentamente a sus asesores (y reemplazarlos de ser necesario).
(c ) Ser extracuidadoso con sus decisiones y declaraciones.
(d) Ser humilde para aceptar sus faltas.
A diferencia de muchos en la ciudad, sí pienso que hay que rodearlo, pero, para eso, se necesita que usted esté también abierto al debate sano, sin soberbia. De lo contrario, le daría la razón a muchos de sus detractores y, lo peor, decepcionará a muchos tecnócratas que traiga a su proyecto de gobierno, los cuales, típicamente, no se la llevan muy bien con los autoritarios. Téngalo presente.
Alcalde electo, hago parte de varios ciudadanos que, desde ya, le estaremos haciendo seguimiento de cerca a usted y al concejo. De antemano, le decimos que lo criticaremos durísimo cuando sea necesario y, con el mismo ímpetu, estaremos prestos a resaltar sus logros. No decepcione a esos ciudadanos. En sus manos está que la ciudad entre en un nuevo capítulo. Usted podrá ser recordado u odiado, por muchos años, por lo que haga durante su mandato.
Por eso y usando el mismo desparpajo y honestidad que lo caracteriza, le suplico: ¡no la cague!