Por: Mauricio Cárdenas Fotos: Leonel Cordero
En una casa humilde de Bosa, en el sur de Bogotá, Juan Bautista hace renacer todos los días a Jesús de Nazaret.
Desde hace casi 10 años se dedica a elaborar a mano piezas religiosas que son vendidas a las afueras de la iglesia del 20 de Julio.
En el segundo piso de la casa, Luz Cenaida Rojas, a quien Bautista conoció de niño y con quien se casó hace 40 años, pinta los tonos fuertes de cada figurita.
Trabajan 8 horas al día y aunque no ganan tanto, tienen un sueldo asegurado. El único que no cobra es Juan. Su pensión de exmensajero le alcanza para sus gastos.
Adriana, la hija mayor —de cuatro hijos que nacieron en el hogar— y Yeraldin son quienes pintan con finos pinceles los diminutos detalles. Al día decoran unas 80 figuritas.
El hijo menor, en un espacio que está forrado en el polvo blanco del yeso que se ha ido escapando durante años, es quien se encarga de hacer las figuras en yeso, oficio que llaman moldear.