un oficio que disparó la pandemia
Tamara, no se llama Tamara. Tiene 27 años. Es una bogotana negra de pelo enroscado que parece sacada del mismísimo mar pacífico. Su papá es chocoano. Su mamá es cartagenera. Es una webcamer
Hace un año atendía la barra de tragos de un restaurante estrato seis en Bogotá. Se ganaba un millón doscientos y algunas propinas. Hoy se gana cuatro o cinco veces más.
Webcamer
El estudio está metido dentro de una casa de tres pisos de fachada modesta. Parece una casa familiar cualquiera. Al cruzar la puerta la pinta de hogar desaparece.
0218
Occidente de Bogotá, Colombia
Aura montó el estudio hace ya 3 años. Dos de sus primas eran modelos webcam. Ganaban bastante dinero. Le propusieron entrar como una de sus compañeras y terminó comprando una casa y haciendo ella misma el negocio
Hay 2 clases de estudios: los legales y los piratas. De estos últimos hay cientos en Bogotá y miles en el país. Los diferencian la documentación ante las autoridades y la forma de trabajar
Berry es el estudio de Aura, uno legal. La habitación en la que cada modelo trabaja es su oficina. Berry tiene 7 habitaciones. Cámada muy cómoda, sillones lujosos, finos cubrelechos, grandes espejos
0218
Occidente de Bogotá, Colombia
En este negocio se gana por el tiempo en que la modelo pueda tener conectado al usuario. La mayoría son extranjeros. El minuto pude costar 5 dólares o más
En este negocio se gana por el tiempo en que la modelo pueda tener conectado al usuario. La mayoría son extranjeros. El minuto pude costar 5 dólares o más
Un pasatiempo para muchos solitarios que buscan por unos cuantos dólares una compañera que les brinde conversación, noviazgo y sexo virtual.