Si bien es cierto que Caracol lleva varios años sintonizado con la audiencia y que el canal RCN le ha dado todas las ventajas posibles para que el reinado en el rating ya suene a un monopolio de audiencia, también es cierto que no hay nada más nocivo en una industria que la falta de competencia.
El último lanzamiento del horario prime de Caracol es la clara muestra de que sin competencia se pueden tener buenos números de un programa que no lo merece.
The Wall (El muro o la pared) es un formato de concurso que ha resultado ser un verdadero muro del aburrimiento, pero que, aún así, tiene números que terminan doblando a su competidor. Este formato internacional ha resultado ser un homenaje a llenar la pantalla con un programa en el que no pasa nada.
El primer gran problema que tiene el programa son los concursantes. Aunque los productores incluyeron el ya muy conocido recurso de un vtr, en el que argumentan el origen y el porqué de haberlos seleccionado, a la hora de ponerlos al aire resulta gratuito, poco emocionante y se genera cero conexión con el motivo que los puso en el set de grabación.
Si no hay conexión emocional con la motivación del concursante, es muy difícil que el televidente se emocione, vibre y haga fuerza para que la suerte lo acompañe en el momento en el que caen las bolas y caprichosamente van cambiando de rumbo esquivando o acercándose a las grandes sumas de dinero.
El segundo elemento que, en lo personal lo siento como un desatino, es intentar darle al “muro” una carga dramática para estructurar la narrativa. Ver a Andrea Serna o a los concursantes pidiéndole al muro que se “porte bien” o que sea “condescendiente” resulta no solo ridículo, ¡sino absurdo!
Ahora bien, esto sucede porque el formato no tiene concebidas las cargas dramáticas del concurso en el concursante, tiene mayor peso lo fortuito, el azar, que la participación, el accionar del concursante. Esto se hace aún más criticable, al ver como la presentadora entra en el mismo juego de justificar al “muro” o hablarle pidiéndole cosas como si realmente tuviese algún poder autónomo de decisión.
De otra parte, el segmento, en el que intentan darle algo de carga dramática al concursante, está compartido con un segundo participante, del que se ve muy poco en pantalla y cuya participación se siente aislada y distante.
Como si esto no fuera suficiente, el formato tiene dos elementos que agravan lo que se pone en pantalla. El primero son las diferentes fases del concurso a las que el participante accede sin mayor esfuerzo y en las que lo único que cambia son las preguntas y el monto de las casillas disponibles para que las bolas caigan, pero la dinámica del programa, la participación e injerencia del concursante es la misma.
Para decirlo sin rodeos, es más de lo mismo. Bolas cayendo en un espacio de tiempo tan corto y en el que los productores tienen centrada toda la tensión dramática del concurso. ¡Grave error!
Por último, el regreso de Andrea Serna a la pantalla, ahora de su competidor, resulta incómodo y poco agradable. Verla en una actitud cercana a los concursantes, tratando de hacerles sentir que es solidaria con su motivación, se siente poco creíble. Se ve más como el mal necesario para explicar, ronda a ronda, una dinámica que es tan monótona que no lo necesita y para verla descontextualizada tratando de humanizar a el “muro”, en juego de “él y yo nos conocemos y sé que prestará atención a mis comentarios”.
The Wall está de tercero en el rating del prime con un promedio de 11 puntos de rating personas, pero sus números nos son fruto del programa. No es porque la gente llegue con la ilusión de ver qué ofrece este concurso, es la inercia construida por años de liderazgo en la preferencia de la gente. Caracol recoge el fruto de ser el primero, porque si la pelea fuera peleando, de lejos, este sería un producto que tendría un muy bajo impacto en el rating.
PD: No le encuentro sentido a que promocionaran el programa como el concurso en el que los participantes se podrían ganar unos montos de dinero jamás vistos en la televisión y terminemos viendo capítulos en los que la gente se va sin nada en los bolsillos. Eso no es atractivo, ni dramático ni narrativo, eso es un error garrafal para el marketing del programa.