Desde la orilla de Petro se viene profundizando la división con Fajardo y Robledo. En la narrativa errónea del petrismo se concluye que la elección se perdió en segunda vuelta por el respaldo de esos dos sectores de la Coalición Colombia al voto en blanco; sin embargo, esa consideración resulta errónea porque el voto en blanco se ubicó en sus proporciones históricas, el sector de Claudia sí respaldó a Petro y como la segunda vuelta fue más una disputa entre la derecha conservadora y la centro izquierda resulta ingenuo pensar que Petro podría crecer en la centroderecha. La herida quedó abierta y se ha infectado dando a entender que para el 2022 parece inviable que estas tres fuerzas confluyan en la conformación de listas unificadas al Congreso o una sola candidatura de cara a la primera vuelta presidencial.
El primer gran movimiento para aclarar ese panorama electoral vendrá del lado de los verdes. Por estos días, hay dos corrientes de opinión la interior de ese partido que proponen alternativas para elegir candidato. La primera es encabeza por Camilo Romero, quien, tras salir de la Gobernación de Nariño, viene planteando la necesidad de promover una consulta ciudadana. A esa propuesta se han adherido diferentes tendencias que también consideran que una consulta sería estratégica para impulsar las listas a Cámara y Senado. La segunda, promovida por Compromiso Ciudadano, que prefiere la opción de una encuesta de percepción. Ese es el dilema que tienen los verdes para elegir su candidato presidencial: consulta o encuesta. No es una discusión menor porque ese partido ha demostrado un crecimiento electoral sostenido y en las pasadas elecciones regionales fue el que más creció en número de alcaldías y gobernaciones. No hay duda que llegará pisando fuerte en el 2022.
Con una consulta se podría subsanar uno de los mayores errores que cometió la Coalición Colombia en 2018, cuando prefirió coronar a Fajardo y no concurrir a una consulta donde Petro y Duque se posicionaron con fuerza en la opinión pública antes de la primera vuelta. Aunque los resultados de la Coalición Colombia al Congreso fueron positivos y las listas crecieron (en Senado para los verdes debido al medio millón de votos de Mockus), su negativa impidió que su candidato gozara de mayor legitimidad democrática. Tras las elecciones la misma Claudia reconoció que “fue un error no haber hecho una consulta”. Lo cierto es que esa posibilidad se cayó por imposición de Fajardo y encubría un temor: perder debido a la poca estructura de su movimiento en una elección donde la opinión se reduce. Claudia hubiera contado con el respaldo de la estructura del Verde; Robledo, del Polo; y Fajardo, con un movimiento que ni siquiera es partido y cuyo candidato al Senado sacó solo 26.000 votos (Marulanda fue arrastrado por la votación de Mockus). Se veía en desventaja.
Han pasado dos años y en las cuentas del matemático Fajardo el escenario no ha cambiado, sigue creyendo que la opción más adecuada es una encuesta abierta (no cerrada solo a los militantes del Verde). Ahora, le resulta más “fácil” porque no hay un dirigente del Verde que como Claudia López tenga la suficiente figuración para rivalizarle. Tanto Romero, Sanguino o Amaya son “pequeños” en la opinión nacional y en la primera encuesta de Guarumo ni siquiera se consultó por ellos. Sin embargo, si el partido decide decantarse por la consulta y Fajardo participa, sus opciones se podrían ver reducidas porque en esa elección la opinión es un factor clave, pero no determinante, mucho más porque otros sectores o dirigentes (como Petro) podrían “meter la cucharada” y mover sus estructuras para bloquearlo (ya que si pierde no podría participar de una primera vuelta). Ese era el temor de Fajardo en 2018 y lo sigue teniendo de cara al 2022. Por eso le terminará imponiendo a los verdes la encuesta sobre la consulta. ¿Ganará el pulso?