Las promesas populistas que hacen parte de la perorata miserabilista usada por los comunistas de diferentes marcas para engañar a los pueblos (especialmente en Latinoamérica) se volverán a poner en boga en la campaña electoral colombiana del 2022, usando principalmente de argumento la tragedia que ha ocasionado el COVID-19 o peste china, la cual está generando mayor pobreza; que será instrumentalizada de manera oportunista e infame por parte del totalitarismo comunista, que aprovecha cualquier calamidad para buscar dividendos políticos, pues para las élites del marxismo los seres humanos son simples herramientas para satisfacer sus intereses abyectos.
En todos los tiempos han surgido individuos que para engañar a los pobres se declaran adalides de sus reivindicaciones, pero que su fin es satisfacer apetitos personales en lo político o economía. O sea, convierten la política en manifestación pública de pasiones privadas, siendo los casos protuberantes Hitler en Alemania, Mussolini en Italia y desde luego el de los seguidores de engendro marxista-leninista en todas sus denominaciones.
Y para muestra un botón, en las elecciones del 2022, en vista del discurso engañoso y miserabilista por parte de candidatos de la denominada izquierda que se arropan con los motes de progresistas o alternativos, es indudable que Gustavo Petro es el aventajado de esta práctica. El candidato parece seguir al pie de la letra al castrochavismo, que es otro remoquete como se denomina al marxismo-leninismo, pues sus promesas se enfocan dentro de un populismo izquierdista, que en la mayoría de los casos es difícil de discernir por la ciudadanía que puede rendirse ante semejante sartal demagógico, olvidando que el desarrollo de las fuerzas productivas es el que determina el progreso social y humano de los pueblos.
Si algún candidato presidencial de la llamada izquierda resulta ganador podría expropiar al mejor estilo de Hugo Chávez para la “adecuada distribución de la riqueza”, que llevará a los colombianos a convertirse en pordioseros igualito a los venezolanos. Sin embargo, si hacemos un simple ejercicio, imaginándonos por un momento que se les confisca la riqueza a los mayores grupos económicos del país y se distribuye esa fortuna en doce millones de hogares colombianos (con una suma de dos millones de pesos mensuales), encontraremos que eso no alcanzaría sino para siete meses; con las nefastas implicaciones sociales y económicas que le traería al país. Así pues, antes que pensar en disparates, se debe fortalecer el aparato productivo nacional; resaltando que en Venezuela lo que el régimen llamaba mejor distribución de la riqueza petrolera trajo mayor corrupción y pobreza, con cerca de seis millones de refugiados en diferentes países vecinos, que se incrementarán de una manera desproporcionada en los próximos meses.
Por otro lado, se dice que Colombia es uno de los países más desiguales de Latinoamérica, asumiendo que eso fuera cierto, no podemos olvidar que hemos tenido que aguantar un conflicto político-militar de 56 años propiciado por el marxismo-leninismo a través de sus grupos terroristas para la toma del poder. Y no solo hubo cerca de 230.000 muertos y millones de víctimas, sino que ese conflicto le pudo haber costado al Estado y a la sociedad hasta nuestros días más de 300.000 millones de dólares, recursos que hubieran servido para bajar en un grado superlativo a la pobreza... pero de eso no se ha dicho nada, y no se mencionó en las negociaciones de La Habana.
De verdad, es increíble que el comunismo totalitario o marxismo con su discurso miserabilista siga siendo una amenaza para la humanidad, y particularmente en las elecciones de 2022 para Colombia, pues hay que volver a recordar que en el siglo XIX en la Primera Internacional de los Trabajadores los obreros desenmascararon al señor Karl Marx por sus tesis estatistas, burocráticas y embrutecedoras, ya que quería mediante el Estado llevarlos a la esclavitud política; posteriormente, en la Segunda Internacional, el marxismo fue ridiculizado y repudiado por ser una doctrina supersticiosa que utilizaba como dogma principal al materialismo histórico, que se convierte en el tótem con el que los comunistas embaucan a las personas débiles mentales.
El 9 de noviembre se cumplen 31 años de la caída del muro de Berlín, que después fue la causa de la debacle del comunismo en la URSS. Y aunque eso sucedió en Europa Oriental, los marxistas, aprovechándose del atraso ideológico de los pueblos latinoamericanos y de la poca vocación democrática de las viejas oligarquías nacionales que nunca fueron capaces de confrontar intelectualmente al marxismo leninismo, montaron el socialismo del siglo XXI, al amparo del Foro de Sao Paulo (fundado en 1990), que se tomó a Venezuela en 1998 con Chávez; demostrándose después de casi 22 años el fracaso de la revolución y el socialismo de corte marxista en el país vecino. Sin embargo, para colmo de males y por increíble que parezca y viendo todas las calamidades que trae el comunismo totalitario, resulta que ahora en Colombia candidatos de origen marxista y cercanos al régimen de Maduro están en la puja para llegar a la presidencia en el 2022, lo que expresa un estado de masoquismo en algunos sectores de la población.
El discurso miserabilista de Gustavo Petro en su aplicación práctica llevaría a Colombia a una situación más calamitosa que la de Venezuela en poco tiempo, debido a que aquí no hay la renta petrolera que tuvo nuestro vecino. Y al no haber inversión ni interna ni externa, no nos imaginamos el futuro que le espera a esta adolorida patria que ha sufrido desde hace décadas los embates del comunismo totalitario desde diferentes flancos.