Lo que se escriba sobre el expresidente Pepe Mujica corre el riesgo de convertirse en lugar común. Es abundante, casi exhaustivo todo lo que se ha dicho y escrito sobre este singular político. Visto desde su perfil humano no tiene comportamientos ni actitudes de figura política y menos de vedette, sino de maestro de la vida y de hombre sabio. Su trayectoria se podría resumir en una sola palabra: lucha. Al respecto alguna vez dijo: “pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo. Fui aplastado, derrotado, pulverizado; pero sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de igualdad”. Así, con esa actitud de combate, de vitalidad y lucidez admirable a sus 84 años, lo contemplé, lo escuché y palpité de cerca, como a unos cuatro o cinco metros de distancia. Su intervención pública sucedió en el marco de un evento de cierre de campaña de su candidato Daniel Martínez en la antesala electoral de las presidenciales y parlamentarias de Uruguay 2019. Mujica hace parte de la lista para el Senado de su partido el MPP, que a su vez pertenece al Frente Amplio que agrupa a la izquierda uruguaya que ha gobernado en los últimos quince años en el país oriental de Sudamérica. Con toda seguridad regresará al Palacio Legislativo.
Pepe Mujica habla despacio, con voz paternal. Con la gracia del acento rioplatense. Usa un lenguaje sencillo, coloquial. Así logra conectarse con el pueblo. Y el pueblo le entiende y lo ama. En realidad no pronuncia discursos, pues frecuenta el tono y la confianza de las conversaciones entre amigos. En su serenidad irradia sencillez silvestre. Tiene la mirada penetrante de la inteligencia; pero es al tiempo fresca y juvenil: sonríe con los ojos. Su mensaje es una mezcla de profundidad y alegre optimismo. Se pasea con calma por el escenario. Tiene la soltura de un maestro de escuela que dicta una clase amorosa y duradera. De cuando en cuando suelta una frase jocosa y popular, y el público estalla en una carcajada y lo aplaude con devoción.
“Voy a ir al parlamento a pelear”: pronuncia lentamente, pero con energía, seguridad y énfasis. La multitud estalla en un aplauso prolongado. Al unísono se escucha un pregón: “te queremos Pepe, te queremos”. A veces, con motivo de una pausa en su mensaje, se escucha un grito emocionado y solitario: “te amo Pepe”.
Sí, regresa a la pelea. Volverá al Palacio Legislativo a defender a sus compañeros, y a batallar por su pueblo, y por los logros alcanzados en quince años (los dos periodos de Tabaré Vásquez y el suyo) y en toda una vida de lucha. A pelear por los trabajadores, los humildes. A pelear para evitar el retroceso a épocas de barbarie e injusticia; para no volver a escenarios de represión y la desigualdad extrema. Y pone como ejemplos recientes y preocupantes a Chile, a Argentina, a Ecuador. No es perfecto, se le olvida mencionar a Brasil, y sobre todo a Colombia, donde la extrema derecha comete las peores atrocidades en contra de su pueblo.
Su amigo Daniel Martínez puntea en las encuestas. El Frente Amplio es optimista. No cree que haya segunda vuelta y espera celebrar el próximo domingo. En cuanto a su rival político Luis Lacalle Pou, representa a la derecha y al Partido Nacional. Hace énfasis en el tema de la seguridad.
Uruguay es un paradigma de la izquierda en Latinoamérica y en el mundo. Por eso más que una presidencia lo que está en juego es complejo y trascendental: el modelo económico, los derechos adquiridos por los trabajadores y sus incrementos salariales, la salud pública con cobertura para todos los ciudadanos, la educación gratuita desde la primaria hasta la universidad, y ante todo la atmósfera de inclusión y libertad. Por otra parte, hay un tema que preocupa a los estudiantes y a los integrantes de la izquierda: la Reforma, una polémica propuesta de la derecha que se definirá a través de un plebiscito, y la cual implicaría llevar a los militares a las calles para controlar la delincuencia.
Por esto y mucho más Latinoamérica tendrá puesta toda la atención en los resultados de este domingo en las elecciones presidenciales y parlamentarias en Uruguay… y por supuesto del histórico plebiscito.
