En medio de inminentes conflictos ambientales por el control y uso de los recursos naturales, la justicia climática y ambiental se convierte en una exigencia y a la vez demanda por parte de la ciudadanía colombiana para tomar acción por conseguir el futuro que queremos. Lograrlo implica un repensar del modelo de desarrollo actual. Y como esta búsqueda por la justicia ambiental es una preocupación mundial, se organizó días previos a la Cumbre del clima citada por Ban Ki Moon en New York la que fue la marcha climática más grande la historia: La marcha del clima contando con más de 300.000 personas en solo la ciudad de NY.
En Colombia también tuvimos marcha climática como consecuencia del gran interés de las personas en demandar acciones concretas y no solo palabras en la protección de nuestros bosques, fuentes hídricas y demás. El tema ambiental en el país está en la Constitución Nacional en el Artículo 79 que contempla el derecho a gozar de un medio ambiente sano. Sin embargo, no es un solo artículo; la CN contiene cerca de cuarenta artículos más sobre el medio ambiente y la salud, la vida y la seguridad de los habitantes del país demostrando que son derechos fundamentales y que deben ser garantizados por el Estado.
Es ampliamente difundido que Colombia es un país privilegiado a nivel mundial en materia de biodiversidad en especies de plantas y animales, sin embargo hay muchas áreas amenazadas por el reto que significa el cambio climático sea en sus etapas de calentamiento o enfriamiento de la Tierra que suceden en un periodo de cada 30 años pero que recientemente han sobrepasado los límites anteriormente investigados. Los cambios en el clima son debidos tanto a causas naturales, pero son principalmente por causas antropogénicas y ahí necesita la acción de todos para detenerse.
El compromiso de Colombia frente al cambio climático depende de lo que su ciudadanía logre influenciar puesto que típicamente las decisiones ambientales han sido supeditadas a la locomotora minera y los conflictos socio ambientales no se hacen esperar. Una paz sin justicia ambiental y climática sería una paz incompleta. Tanto las comunidades locales, indígenas, rurales y urbanas necesitan ser parte de la construcción colectiva de la paz y el reconocimiento del territorio y el exigir prácticas ambientalmente sostenibles para toda forma de desarrollo debe ser para todo.
Hoy la ciudadanía tiene un rol más activo que ambiciosamente espera obtener grandes conquistas en materia ambiental.