Existe un número considerable de colombianos que fueron polombianos en los estratos medios y altos y en general que votarán por Petro pero que no se atreven o no quieren verse evidentes en su círculo social, familiar o de trabajo.
Además, para no aguantar comentarios de todo tipo, bullying, ser señalados de mamertos, guerrillos, comunistas, castrochavistas, ateos, proaborto y más. E incluso, verse sumergidos en discusiones inútiles con amigos, compañeros de trabajo o familiares, que pueden escalar enemistades y divisiones.
Estos colombianos enclosetados, prefieren hablar en voz baja de sus intenciones de voto. Hay muchísimos otros que no tienen reparo en ser evidentes, pero estos, prefieren el bajo perfil, máxime si muchos de ellos estuvieron en las filas del imputado.
¿Qué los hizo cambiar?
Esta es la pregunta del millón, pues, tanto los enclosetados como los que no, la coyuntura del país de la pos pandemia y el 28A, les ha dejado marcado a fuego las escenas del hambre y miedo durante el confinamiento, sumadas a las del estallido social.
Presenciar el horror de los jóvenes mutilados y muertos, las batallas campales en las calles, los de blanco disparando, y no se dejaron seducir del accionar de los “vándalos” con lo que pretendieron desestimar la protesta social.
Por el contrario, vieron horrorizados los excesos de las autoridades a órdenes de un gobierno indolente que no le importó negociar las necesidades del pueblo con sus amigos, pretendiendo con una reforma tributaria abusiva, subsanar el saqueo al erario público y el subsidio a los poderosos.
Hoy el escenario y los actores son diferentes de otros años y gobiernos, pero las emociones que mueven al pueblo, tienen el mismo contenido en una mezcla de estupidez criminal y las evidencias de la corrupción que ya las pisamos como la caca de los perros, porque antes las tapaban como los gatos.
Ahora ya ni eso, a esto ha llegado el descaro y el desgreño, y lo peor, se ufanan de que Colombia es una democracia y ellos “los defensores de las libertades”. ¿Libertades? De quién o quiénes y de qué, sería la mejor pregunta y la que debemos plantearnos.
Pues, los privilegios se saben de quiénes son.
