En un artículo leí una vez que así como una persona que no sabe absolutamente nada de medicina no debería realizar una cirugía, tampoco se le debería permitir votar a una persona que no sabe absolutamente nada de política.
Y es que, así como un inexperto en medicina puede poner en riesgo la vida de una persona en caso de realizarle una intervención quirúrgica, (poniendo en riesgo también los intereses afectivos y sentimentales de la familia del paciente), un inexperto en la política pone en riesgo no solo su integridad (a nivel político, cultural, económico), sino la de toda la sociedad al momento de votar de forma inconsciente y poco responsable.
Lastimosamente en Colombia y muchos otros países, en la actualidad el voto se ha convertido en eso: una responsabilidad que muy pocos quieren asumir de forma consciente; un derecho que se ejerce siempre y cuando represente algún beneficio personal e inmediato; una manifestación del bajo interés por el mejoramiento de las condiciones sociales.
Sé que muchos se alarmarán al leer esto y pensarán que los electores tienen motivos para desconfiar de los políticos y no salir a votar; que el Estado no se encarga de formar políticamente a la ciudadanía y además de ello, los medios de comunicación manipulan a estos electores siempre inocentes de todos sus desaciertos; que las ideas inicialmente planteadas son sumamente clasistas pues solo los que se han educado tendrían la posibilidad de votar; que la culpa en realidad es de los políticos por ofrecer a la gente necesitada un tamal o unos pocos pesos por su voto; etc. Siempre habrá mil justificaciones para dejar de asumir nuestras responsabilidades, ¡en eso sí nos han formado (¿o nos hemos formado?) muy bien!
Pero dejémonos de idealismos y reconozcamos que a las mayorías no les importa la política y mucho menos participar en ella. Para la muestra los resultados de las últimas elecciones donde tan solo un poco más del 48% de los ciudadanos habilitados salieron a votar (y eso que según datos hubo un alto nivel de participación). Sin duda una verdadera lástima que una de las pocas formas de participación real de los ciudadanos en la política nacional sea totalmente desperdiciada por la mayoría.
Tan altos niveles de abstención y de desinterés político dan mucho que pensar entorno a los electores, pues las propuestas, los debates, las ideas, los foros están a tan solo unos cuantos clics de la inmensa mayoría de la población. ¡Qué así como están atentos de youtubers, estrellas de la música, series y demás, se interesen por la realidad de si mismos y de los demás!
Quiero finalmente mencionar que no es la intención de este artículo de opinión el desconocer el derecho que tienen las personas al voto (ni más faltaba). Todo lo contrario, reconozco que este es un logro histórico de gran valor para buena parte de la humanidad. Lo que si quiero es que, así como se duda y se pone en tela de juicio la labor del político, se comience a desconfiar también de los electores que (sin querer generalizar como sí se hace con los políticos), en su mayoría son los que realmente desconocen la importancia histórica de esta forma de decidir sobre el futuro de todos.
Esperemos que esta tendencia disminuya, aunque en los resultados del informe de “Educación cívica y ciudadana” presentados por la IEA (Asociación Internacional para la Evaluación del Logro educativo), se evidencia que la mayoría de los jóvenes con los que se desarrolló este estudio en Colombia prefieren un régimen antidemocrático y/o dictatorial si ello representa beneficios a nivel de seguridad, orden y economía.
Este panorama genera gran tristeza y desesperanza. ¿Seguiremos esperando un caudillo que se haga responsable de absolutamente de todo y nos libere de nuestros deberes como ciudadanos?