Colombia se debate actualmente entre la izquierda de Petro y la derecha de Duque. No hay más opción y si todo sigue como se desarrolla, la situación del país se convertirá en un polvorín de tallas mayores, producto de dicha polarización. Las dos posturas son en su fondo irreconciliables y eso es lo que tiene al país en un estado de incertidumbre político-económico-social, donde la comunidad mundial mira expectante el desarrollo de la contienda electoral y sus resultados.
Nuestros candidatos deben cuanto antes direccionar sus posiciones egocéntricas y mirar más bien como unir al país con liderazgos y propuestas positivas y políticas mucho más centradas sin llegar a los extremos, a sabiendas de que la extrema derecha coarta las libertades, viola los derechos humanos, defiende en forma violenta sus ideas y le satisface el uso de estos medios. Son fieles intérpretes del Ku Klux Klan, conservadoras, militaristas y fascistas a ultranza e incitan al fomento de la xenofobia, el racismo, la homofobia, la aporofobia, los crímenes de odio, la consolidación de la “mano negra”, y sus políticas de Estado y económicas no son muy claras y mucho menos direccionadas a lo social.
La extrema izquierda no se queda atrás, así como la extrema derecha. Ambas tienen una aversión hacia la paz, el libre desarrollo de la personalidad, la igualdad, la libertad, que incluye la homosexualidad, el aborto, el matrimonio con personas del mismo sexo y la adopción para ellos (as), y por supuesto, agreden a la población con la implantación de una férrea disciplina en todos los niveles de la sociedad
Nuestro país no puede estar expuesto a los vaivenes de una extrema izquierda o una izquierda revolucionaria y radical, donde nos traten de inyectar ideologías o sistemas sociales y económicos que tiendan al imperio del comunismo que solo existe, con resultados cuestionables, en poquísimos países del mundo. Nuestra clase trabajadora desunida no está en condiciones de tomar el poder y los medios de producción para impedir el libre empresarismo, la propiedad privada y las libertades constitucionales, la clase obrera colombiana tiene diferentes matices y como tal un sinnúmero de organizaciones sindicales que los hace vulnerables a toda opción gubernamental y mucho menos con la apología a la extrema izquierda.
La extrema derecha como la extrema izquierda recalcitrante reclaman a voces, que tanto el uno como el otro tienen múltiples violaciones a los derechos humanos y delitos de lesa humanidad y en consecuencia piden justicia y aseguran en ambos bandos, que deben pagar sus delitos sin contemplación alguna.
Lo cierto es que se ha comprobado hasta la saciedad, que los miembros de la izquierda extremista cometieron asesinatos, extorsiones, secuestros, utilizando estos y el narcotráfico como sus preferidas armas de financiación. Del otro lado, la extrema derecha, con el apoyo de organismos de seguridad del estado y muchos miembros de las Fuerzas Militares y Armadas de Colombia, se confabularon como delincuentes para actuar de manera inversamente proporcional como extrema derecha.
En consecuencia, nuestras únicas opciones presidenciales deben atemperar sus posiciones radicales y cumplirlas en su gobierno, de manera especial en temas de tanta importancia como no “hacer trizas” los acuerdos de paz, hacer creer que “el que no piensa como yo…es extremista”, elaborando un verdadero estatuto de la oposición sin persecución política o sindical, libertad de expresión y medios de comunicación, libertad para la inversión extranjera y respeto a la propiedad privada, no restringir o prohibir la protesta social y solucionar la prestación de los malos y caros servicios públicos, fortalecer la educación pública y la salud, un presidente que pueda ejercer un liderazgo sin abuso del poder, que haga efectivo el castigo el acoso laboral, moral y psicológico en el trabajo, que respete la orientación sexual, se combata con política públicas la drogadicción, prostitución violencia intrafamiliar, racismo, los radicalismos extremos, evitando los crímenes de odio como un estilo de vida
Eso es lo que queremos para nuestro próximo presidente. Votemos por quien nos ofrezca esas garantías, el nombre es lo de menos.