Viviane, voté por ti. Sí, yo sé que me dijiste que no lo hiciera, que me olvidara de ti, que pusiera mis ojos en otro lugar y no me lo dijiste solo tú. Ya antes otra gente me había hablado de irme con el que tú te fuiste. Por ejemplo, Jenny, la de la Misión Carismática, me había dicho que el mejor era Duque. No te lo comenté, estabas tan ocupada con lo de la campaña... pero a mí me parecía una traición. A todas luces lo era, nadie lo podía negar, ¿recuerdas su desafortunado y ya desaparecido trino felicitando a Obama por hacer lo contrario de aquello por lo que luchaste? ¡Ay, Viviane!, ¿cómo me hiciste esto?
¿Sabes cómo se siente la desilusión? Ya no te iba a tener de vuelta pero quería que supieras lo que sentí, así que me levanté temprano, tomé el bus, el día era soleado y las calles estaban llenas de gente, me bajé a la altura del acueducto y las residencias universitarias, sobre las Américas; Corferias tenía casi tanta gente como la que tenía la sede de Vargas Lleras a esa misma hora de la mañana. Pero a las 6 de la tarde el primer lugar estaría mucho más lleno que el segundo… Igual, esos votos tampoco eran tuyos.
El panorama en la sede de campaña del candidato Germán Vargas Lleras (@German_Vargas) después de la jornada electoral de este domingo >>> https://t.co/BXPS3y0hKi#RCNconTuElección ?? ? pic.twitter.com/W5sKiluG7o
— Noticias RCN (@NoticiasRCN) May 27, 2018
Me fui caminando despacio por entre la gente y me pareció ver a Sebastián, el de mi iglesia, pero no lo quise saludar, él estaba obsesionado con que votara por la política del amor, así como algunos creyeron en el repentino giro de fe de Iván, él creía en Gustavo “Moisés-Galán-Gaitán-AlvaroGómezHurtado-Jesús” Petro y lo promovía mucho en redes, como para convencer, y tú y yo sabemos que eso no lo hace menos cristiano. Aunque no lo creas, Sebastián también estaba empeñado en defender principios, no fueron tus banderas pero también eran cristianos y eran tuyos, los que tú también tenías entre las propuestas que abandonaste (como a mí) ese gélido miércoles de mayo.
¿Sabes la alegría que sentí viéndote triunfar después de que el consejo dejara en firme tu candidatura, la emoción que me llenaba el pecho, la torpeza con que intentaba llenar las redes con tu nombre, la alegría de verte en esas por fin? Hasta mis amigos de Twitter me felicitaron… pero me dejaste.
Mientras te escribo esto escucho a Las Estrellas Vallenatas: yo quisiera que la tierra girara al revés, para hacerme pequeño y volver a nacer… Y no tener que volver a extrañarte, ni en tus fotografías mirarte, ¡ay, Viviane! Que no volviera ese día en que Isabel, mi amiga, me escribía indignada, diciéndome que no lo podía creer, que cómo me hacías esto, que por qué me habías dejado. Ella iba a votar por De La Calle hasta que se le arrodilló a Gaviria y luego quedó con esas ganas de voto en blanco que ahora me consumen. Pero siempre noté que la atraías, sin embargo ella se dio cuenta, ¿por qué yo no?
Llevaba mi cédula en la mano, pasé las requisas, las filas, caminé por entre los pabellones con mi mirada triste y mi cabeza gacha, cuánta gente bonita había en el lugar, algunos sonriendo con ese corazón lleno de esperanza, como si no supieran que ustedes siempre le salen a uno con algo así. Nunca antes me había visto en una disyuntiva semejante: eran el blanco o tu rostro. Ni siquiera Fajardo que me pareció un señorazo, tibio y todo, me resultaba decente. Pero con él no podíamos ni tú ni yo, ni nuestra forma de ver el mundo: si no le íbamos a imponer a nadie nada, tampoco íbamos a dejar que nos impusieran otras visiones de la vida… Dime, ¿por qué no te quedaste?
El jurado de votación me sonrió, anotaron mi nombre, me entregaron el papel y te miré concentrado. Luego vi los rostros alrededor y por un momento tuve la tentación de votar por "ese humilde David" que se encontraba en algún rincón de la página, el pastor Trujillo. Pero eso no era lo que yo quería decir, Viviane y tú lo sabes. Lo que quería decir es que me pareció injusto el manifiesto liberal con el que te sacaron a patadas del partido el doctor De La Calle y sus perdedores amigos, que me molestó que denunciaran tu candidatura y no te dejaran avanzar en la campaña mientras los demás seguían, que me ofendió que no te dieran plata para promover tu candidatura. Eso era lo que quería y ni la casilla de los avivatos "promotores del voto en blanco" ni la del voto en blanco me servían para eso. Me habrían servido para escribir encima un tratado en el que te preguntara por qué nos hiciste esto, por qué nos ilusionaste, pero no quería un voto nulo.
Así que lo que hice fue mirar tu rostro y el del profe Leyva, y taché sus fotos con una equis sentida y dolorosa mientras las lágrimas caían de mi rostro... lo mío fue intencional, Viviane, no fue un error como el que pregonan los que nos creen imbéciles a 41.458 votantes que te marcamos en el tarjetón. Tú habrías perdido Viviane, pero habrías perdido lindo, con valentía, sudando la camiseta, dejándolo todo en la cancha y a mí no me habrías perdido.