Existe una frase muy célebre que dice "tanta calma anuncia una tormenta", y es que en el sur del departamento de Bolívar, la anunciada tormenta parece haber llegado con una nueva ola de violencia que sacude no solo todo el sur, sino también a la región de los Montes de María. Los últimos hechos registrados demuestran que si el Gobierno no hace nada por proteger a las comunidades, la tormenta podría llevarse todo a su paso.
Luego de la firma de los acuerdos de paz en La Habana y la desmovilización de las Farc-EP, en el sur de Bolívar, las bandas criminales coparon sus espacios. Entre los nuevos actores están los dos carteles más grandes del narcotráfico en el país: la guerrilla del ELN y el Clan del Golfo, quienes estratégicamente optaron por no enfrentarse entre sí. Y, de esta manera, evitar llamar la atención de las autoridades; utilizar sus terrenos para laboratorios de procesamiento de cocaína, minería ilegal, extorsión y como corredor estratégico para sacar droga hacia los puertos del Caribe y Venezuela.
La paz duró en realidad muy poco. En 2019, alias Jesús Santrich e Iván Márquez volverían a las armas anunciando el regreso de su antiguo bloque Caribe, el cual ellos lideraban junto con el hoy preso Simón Trinidad y el terror de los Montes de María, alias Martín Caballero. Este último sería abatido en 2007. Su primera acción sería tratar de negociar con el ELN la repartición de los territorios para, de manera conjunta, sacar a los de Urabá y a su frente Herlín Pino Duarte. Sin embargo, aunque pudieron aliarse en el Bajo Cauca Antioqueño para luchar con su enemigo común, en estos terrenos los Ratones eran numerosos y sembraban el terror a nombre del ELN, y no permitían el establecimiento de ningún otro grupo armado.
La tormenta empezaría de lleno entonces en 2020, cuando el Ejército Nacional neutralizaría a dos importantes cabecillas del ELN: alias Gallero y alias Mocho Tierra. Esta situación fue aprovechada por los del Urabá y los del frente 37 de la Segunda Marquetalia para tratar de copar su zona. Fue así como llegaron, una vez más, los asesinatos y las masacres. Cayeron el excomandante de las Farc y firmante del proceso de paz Jorge Iván Ramos; los líderes comunales Fernando de Jesús Gaviria, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda de San Juan Alto, y la lideresa social de esta misma comunidad, Omaira Alcaraz. Así mismo, ocurrieron las masacres en Simití, El Carmen de Bolívar, Achí y Montecristo.
En 2021 la guerra se agudizó después de que fuera abatido alias Ratón. Las vendettas entre los grupos armados se hicieron más frecuentes, y el reciente asesinato de un líder social en Montecristo amenaza con volverse una tragedia de desplazamiento. Incluso volvieron las acciones armadas contra miembros de la fuerza pública y otros hechos lamentables, como el accidente de un helicóptero de antinarcótico en el que perdieron la vida cinco uniformados y la captura de 19 ciudadanos chinos que habían sido forzados a trabajar en minería ilegal.
La falta de presencia del Estado preocupa. En junio, el Clan del Golfo reclamó el no acompañamiento ni de la Cruz Roja ni de la Defensoría del Pueblo en la entrega de dos menores de edad, quienes fueron devueltos en medio de un enfrentamiento contra disidentes de las Farc. El ojo del huracán pasó y la violencia regresó. ¿Volverá el sur de Bolívar a sus peores épocas?