Frente al paro desatado a partir del 21 de noviembre nos invitan la ministra Nancy Patricia Gutiérrez, los gremios y los grandes medios de comunicación a volver a la “normalidad”. Incluso, el 26 del presente mes el noticiero CMI presentó en horas de la noche una encuesta, bastante dudosa por cierto, en la cual el 71% de los colombianos anhelaba lo mismo.
Se pregunta uno ante lo anterior, ¿a qué normalidad se quiere regresar? Porque volver a ella significa seguir contemplando cómo la corrupción se lleva más de 17 billones de pesos en dos años, siguiendo las cifras de Protransparencia, o ver crecer los problemas de desnutrición en todo el país, incluso en su capital, donde tal problemática alcanza cifras que superan el 20% en la mayoría de las localidades, como lo refleja un estudio de Bogotá cómo vamos y la Fundación Éxito, o acaba con la vida de los niños, por ejemplo en La Guajira, en donde hasta agosto habían muerto 17 por esta problemática.
Esa es nuestra “normalidad”: ver la tasa de desempleo subir mes tras mes hasta alcanzar una cifra de casi 11 puntos, sin mencionar las tasas de informalidad que supera el 47% a nivel nacional y en algunas ciudades como Cúcuta llega al 73%. Cualquier despistado sabe que la realidad es más dura que estas cifras oficiales.
O ver cada vez a nuestras escuelas recibir menos recursos para su funcionamiento.
O al país sufrir de inseguridad alimentaria, la que en la Costa Caribe alcanza el 65%.
O ver cómo las bandas de corruptos arman sus “empresas” y se tumban los ya de por sí insuficientes recursos destinados a la alimentación escolar.
O ver a esos mismos corruptos elegir diputados, concejales, senadores, alcaldes y gobernadores gracias a un sistema electoral corrupto que jamás van a cambiar quienes se benefician de él.
O ver cómo los medios nos mienten, nos manipulan y arman espectáculo tras espectáculo para distraernos de nuestra realidad.
O ver cómo la violencia contra la mujer y contra los niños se nos hace “natural”, al igual que los asesinatos de líderes sociales y todo aquél que nos parezca “diferente”.
Y la lista de injusticias sigue.
Esa es “su normalidad”, a la que no queremos volver. Los colombianos han salido masivamente a las calles desde el 21 de noviembre para construir otras cotidianidades, fundadas en la igualdad, la democracia, el respeto a la diversidad y la solidaridad.
Otras cotidianidades son posibles, para lograrlo hay que caminar mucho. La marcha ha comenzado.