Volodymyr Zelensky, el comediante-presidente que está en grandes aprietos

Volodymyr Zelensky, el comediante-presidente que está en grandes aprietos

Probablemente el mandatario de Ucrania es el tipo de político más peligroso de todos: aquel que tira la piedra y esconde la mano (mientras habla de paz, dirige bombardeos)

Por: Rodrigo Bernardo Ortega
octubre 03, 2019
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Volodymyr Zelensky, el comediante-presidente que está en grandes aprietos
Foto: Адміністрація Президента України - CC BY 4.0

Habíamos anunciado que el gobierno del comediante Volodymyr Zelensky podía resultar complejo debido a su falta de experticia sobre los asuntos públicos 

Argumentábamos que su efervescente y corta carrera política (resumida en interpretar al presidente de Ucrania en una famosa serie televisiva) podría resultar un descalabro, como evidentemente lo ha sido. En efecto, la poca experiencia del mandatario es más que notable, manifestada en la ausencia de un plan claro para solucionar los problemas internos del país como el desempleo y la corrupción, la falta de una ruta para abordar las cuestiones diplomáticas y, sobre estas cosas, la poca disposición a solucionar el conflicto en el oriente del país, así públicamente trate de mostrar lo contrario.  

Al final del primer semestre de 2.019, el presidente ucraniano hizo un llamado al diálogo con el gobierno de su homólogo, Vladimir Putin, para tender posibles puentes en la resolución de la crisis de Donbáss. De acuerdo con portavoces del gobierno ucraniano, el primer tema que se trató fue la posible liberación de dos militares ucranianos en poder de la Federación rusa, luego del incidente en el mar de Azov en noviembre de 2018, en el cual fueron retenidas dos embarcaciones de bandera ucraniana, luego de una clara provocación . Esta circunstancia agudizó aún más la ya precaria relación entre las dos naciones, por lo que Zelensky ha buscado un primer encuentro en aras de solventar la crisis. Sin embargo, nuevamente su falta de experiencia le ha jugado una mala pasada al punto que tuvo que invocar la ayuda de Francia y Alemania e incluso la mediación del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, para acercarse al presidente ruso. Estas conversaciones se dan en el marco de una guerra en el oriente de Ucrania que le ha costado la vida al menos a 13.000 personas de acuerdo con cifras de las Naciones Unidas.

Durante su campaña, el hoy presidente-comediante prometió “acabar con la guerra en el este de Ucrania”; también pronunció uno de sus mejores chistes, dijo que “exigiría al presidente Putin devolver la península de Crimea”. Lo que hay que recordarle al novato jefe de Estado es que en un acto soberano, con un porcentaje por encima del 95%, los habitantes de la península votaron para anexarse a la Federación rusa . Y a pesar de que la prensa internacional, respaldada por poderosas potencias, por todos los medios a intentado minimizar este acto democrático, la población abrazó y celebró los resultados del referéndum. Por esa razón, “exigir” que el Kremlin devuelva la península es un acto de populismo infantil.

Lo peligroso del asunto es que, con las artimañas de la vieja clase política, Zelensky dice “negociar” una salida al conflicto en Ucrania (que, dicho sea de paso, en la primera semana de agosto cobró la vida a cuatro militares de ese país), pero continúa bombardeando la región de Donbáss. Contradicción a su máxima expresión. En otros términos, el comediante-presidente con una mano extiende la bandera de la paz, pero con la otra continúa asesinando civiles . No existe, por tanto, una verdadera voluntad del cese de las hostilidades pues Kiev está empecinado en retener a como dé lugar los Estados de Luhansk y Donetsk.

Mientras tanto, su homólogo Vladimir Putin busca alternativas para reconocer a los habitantes de estas regiones del oriente del país como ciudadanos rusos. En contraste, los peligrosos ultranacionalistas ucranianos cuyas actuaciones no han sido rechazadas con vehemencia por Zelensky, siguen discriminando, amenazando y hasta asesinando a los habitantes del oriente del país. Ya reseñamos los terribles campamentos juveniles donde niños y niñas desde los ocho años son obligados a convertirse en máquinas de guerra, a esto hay que sumarle las declaraciones del jefe adjunto del llamado “Ministerio para los Territorios Ocupados Temporalmente”, Yury Grimchak, quien manifestó que despojará de la ciudadanía ucraniana aquellos habitantes de la región de Donbáss que acepten el pasaporte ruso. ¿Dónde está el presidente para reprender a su funcionario por tales declaraciones? ¿No es acaso este un llamado a la discriminación y la violencia?       

Lo que más preocupa es que es esta táctica no es exclusiva de los fascistas ucranianos, la misma Unión Europea está estudiando la posibilidad de negar la visa a los habitantes de la región de Donbáss que tengan pasaporte ruso ¿No es esto acaso una vulneración de los derechos humanos que la Unión Europea tanto dice defender? En todo caso, lo primero que debería hacer Zelensky antes de negociar salidas diplomáticas con Rusia, es negar rotunda y radicalmente el apoyo de ultranacionalistas y filonazis a su causa política, ese sería un gran paso para una negociación exitosa, pues no se puede permitir que los nacionalistas sigan torpedeando la democracia ucraniana. Dicho de otro modo, si el presidente-comediante logra desarmar definitivamente a los feroces sectores de la derecha ucraniana, se pueden encontrar alternativas a la crisis.

En este sentido, Zelensky debe negociar en nombre del interés del pueblo ucraniano y no convertirse en un títere de Francia y Alemania, todo por su ambición de ingresar a la Unión Europea. Es claro que estas y otras potencias occidentales tienen intereses en juego y quieren utilizar la figura de un líder carismático y manipulable para lograr sus objetivos. El jefe de Estado debe recordar que existen lazos históricos muy profundos que lo emparentan con Rusia y dejar de una vez por todas esa obsesión malsana de convertirse en sirviente de Bruselas, pues ello podría desencadenar nefastas consecuencias para el orden geopolítico del corazón del mundo. 

En esta misma vía, la otra tentación de Zelensky es permitir que Estados Unidos influya sobre sus decisiones y termine por convertirlo en su Estado satélite. En este escenario podría producirse una tensión aún mayor, razón por la cual, la actitud del novato presidente a propósito de esta relación, marcará en buena medida su relación con Rusia. Dicho de otro modo, Zelensky no puede tener contentos a sus patrones de occidente, mientras busca entablar una relación “natural” con Moscú. Por el contrario, si quiere ser tomado como un socio estratégico e incluso como un Estado hermano por parte del Kremlin, debe reformular su política de complacencia frente a sus amos de occidente. 

No obstante, la actitud de Zelensky parece contrariar esto último, pues sus decisiones no solo dependen de su criterio político. Lo anterior quedó demostrado con su consulta a la OTAN (la alianza militar más peligrosa y mortífera del mundo) sobre la situación en el oriente del país. Aquí surgen varios interrogantes: ¿para qué buscar el apoyo de este tipo de instituciones cuya violencia ha sido varias veces conocida? ¿No es acaso esa decisión una provocación directa y una manera de decir que el conflicto continuará? A decir verdad, si Ucrania permanece en la línea de la OTAN, el peligro de la agudización del conflicto y la inclusión de nuevos actores, estaría a la vuelta de la esquina. No hay ninguna diferencia entre el actual mandatario y su antecesor, Petro Poroshenko, un hombre fiel a los dictados de occidente. ¿Para qué tanto espectáculo? ¿para retornar a lo mismo?

Volodymyr Zelensky es probablemente la clase de político más peligroso de todos: aquel que tira la piedra y esconde la mano, pues mientras habla de paz, dirige los bombardeos diarios a población inocente que dice defender. Qué paradoja. Mientras los asedios continúan, la milicia de la República Popular de Donetsk, derribó hace pocos días un dron ucraniano que posiblemente estaba orquestando “un ataque a una escuela, un jardín infantil o dos subestaciones eléctricas”, como ha sido el modus operandi del ejército ucraniano en esta región del país. De ahí que, el comediante-presidente se encuentra en graves aprietos pues si bien el gobierno del presidente Putin se ha mostrado abierto al diálogo, una de las condiciones que ha puesto es el cese el fuego en contra de la población civil. 

En efecto, la primera preocupación de Zelensky es hacer respetar, por parte de sus comandos militares, el alto al fuego en Donbáss decretado a mediados de julio de 2019. O bien el jefe de Estado de los ucranianos es incompetente para imponerse sobre el estamento militar, o bien no tiene una verdadera intención de paz . El hecho de que el cómico no haya tomado medidas respecto a los ejércitos que violan el cese de las hostilidades, habla de su incoherencia programática y discursiva. Por ese motivo, cuando pase la efervescencia de la “victoria y la esperanza”, el pueblo de Ucrania se dará cuenta de la incompetencia de su primer mandatario. 

El inquilino de Mariyinski (palacio presidencial en Ucrania) debe ser consciente que su mandato no puede vivirse con el mismo tono de la campaña. Es hora de emprender acciones concretas en favor del bienestar de la población ucraniana y una de ellas es establecer un clima cordial y amistoso con su vecino histórico. Zelensky no puede esperar que otros hagan su trabajo, pues si decide entregarle el control del país a Francia, Alemania y Estados Unidos, lo estaría condenando a la inestabilidad y a una servidumbre permanente. Por esa razón, en las próximas decisiones se probará el talante, capacidad y liderazgo del comediante-presidente. Debe despertar de su novela de servidor del pueblo y comenzar a gobernar con auténtico criterio político. 

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