En una convulsionada Buenaventura, y dejando su zona de confort, se lanzan a la arena política varios candidatos para aspirar al Concejo Distrital y aportar su experiencia para intentar construir una ciudad distintas de cara a resolver las necesidades de la gente más humilde. Entre ellos está el ingeniero Carlos Hurtado, quien cuenta con el aval del Partido Liberal; Liceth Angulo Quiñónez, por Cambio Radical, Ana Luisa Morales Jiménez, por el Centro Democrático, Hector Huber Riascos, por el Partido Conservador, y Tatiana Campaz. Todos esta empeñados en darle un nuevo rostro al Concejo de Buenaventura, donde se deciden los grandes temas de la ciudad.
Carlos Hurtado quiere hacer una campaña distinta, con las manos limpias, decidido incluso a someterse al polígrafo como prueba de honestidad en una ciudad donde todo el mundo engaña. Ha participado del movimiento estudiantil por la séptima papeleta, con una propuesta interesante a la comunidad, respaldado por vertientes del liberalismo del senador Guillermo García Realpe y el serpismo, y participó en el grupo del primer alcalde popular de Buenaventura, el médico Edgar Roberto Carabali, y ha estado cerca de corrientes políticas conservadoras como la liderada por el patriarca Pedro Vega Vence. Estos noveles políticos quieren tener voz en un momento en el que la política del puerto esta enrarecida con el alcalde y altos funcionarios del gabinete han sido detenidos.