Después de algunos años de discusión y de división he concluido que viviré con la JEP.
Viviré con ella porque los colombianos tenemos la fortuna o la desgracia de olvidarnos con el tiempo de las ideas que en algún momento nos hicieron sentir la valentía de defenderlas. Al fin y al cabo nos hemos acostumbrado a nefastos personajes de la vida política que no han hecho más que dividirnos para seguir haciendo más fuertes sus partidos, sus intereses o los de otros.
La JEP hoy es otro órgano para la división del pueblo, las vallas en Antioquia me lo demostraron. Me rehúso en este caso a estar a favor de alguien, de "víctimas" o de "victimarios", pero tampoco caeré en la trampa que nuestros líderes nos tienden, que me llevará como a muchos a votar con ese sentimiento extraño, como si la otra parte de Colombia que piensa diferente fuese un rival, un enemigo a vencer.
Soñamos con avanzar, derrotar la corrupción, la pobreza, impulsar la economía, la educación, la salud, mejorar la infraestructura, la investigación, las tecnologías y esto no lo haremos hasta que no aprendamos a construir en la diferencia, porque nos han vendido a conveniencia, la diferencia como un cohete para ellos y un yunque para nosotros.
Lo que sí espero después de decidir vivir con ella es que se porte bien, adaptarse no es fácil, la entiendo. Si con el tiempo ha de funcionar, ¡se quedará! Pero si por el contrario "no endereza" como el señor presidente, al igual que écalor l deberá irse con la cabeza baja y paso a paso nos iremos deshaciendo de órganos, de corporaciones y de líderes que no aporten al desarrollo de todos y se empeñen en la división como una estrategia de electoral.
Es momento de decir adiós, de dejar ir a esos líderes que nos tienen sumidos en una forma casi tribal de hacer política, de dejar de ser sus gallos de pelea, o nos unimos o nos hundimos. ¿A favor de quién? De nadie, de todos. No es imposible vivir en un país con líderes que impulsen el crecimiento de la empresa privada y al mismo tiempo luchen por la mejora de las condiciones laborales, es posible solamente si nos unimos un poco, si dejamos de vernos como contrarios, como enemigos.
Por eso, yo como paso inicial de reconciliación, de aceptación del cambio, de un nuevo inicio, no me dividirán más y viviré con la JEP hasta que la justicia me lo permita.