Lina Maestre es una joven vallenata que lo dejó todo por irse a recorrer el mundo. Tras haber llegado hasta el Círculo Polar Ártico desde Turquía por tierra para ver las auroras boreales y cumplir uno de sus sueños más grandes, regresó a Colombia. Su aventura quedó documentada en su cuenta de Instagram y en su blog patoneando.com. Actualmente está viajando otra vez. Esta vez se fue por tierra hacia el sur. Como parte de su aventura está realizando un documental por medio de crowdfunding, es decir, una campaña en la red donde cualquier persona puede aportar. Adicionalmente cuenta con el apoyo de Terciopelo Films, una productora argentina que creyó en su proyecto. Hablamos con ella y esto fue lo que nos contó.
-Un lugar del mundo que hayas visto y que pienses que todo ser humano debe ver en algún momento de su vida.
Se me hace difícil elegir un sólo sitio en el mundo pero si tuviera que escoger diría que el paisaje de Cappadocia en Turquía me robó más de un suspiro. Lo más sorprendente es que no he visto otro paisaje que se le parezca. Es único, y a eso se le suma la hospitalidad de los turcos y su comida tradicional.
Dos preguntas en una: ¿Qué ha sido lo más difícil del proceso viajando y del documental?
Vivir viajando no es el cuento rosa que todo el mundo cree. También tiene sus desventajas. Tienes que acostumbrarte sí o sí a las despedidas, a conocer personas maravillosas que no sabes cuándo volverás a ver. Debes aceptar que estás lejos de los tuyos y te perderás de muchos cumpleaños,graduaciones, bautizos, matrimonios, nacimientos y hasta navidades y fiestas de año nuevo. Cuando vives viajando creas un patrón obligado que hay que repetir sí o sí: tomar decisiones constantes de a dónde vas, dónde te vas a hospedar, cuánto vas a gastar, armar tu presupuesto diario y si viajas con poco dinero es aún más agotador porque hay que hacer muchos sacrificios. Cuando vives viajando empiezas a automatizar todo y al tiempo pierdes tu capacidad de asombro, aunque no parezca, es difícil. Personalmente pienso que lo más difícil de vivir viajando ha sido la pérdida de un ser amado, no poder regresar y tener que pasar el dolor solo a miles de kilómetros de distancia.
Por otra parte, lo más difícil de realizar el documental es que ha sido un proyecto independiente y, todo, absolutamente todo ha sido trabajado con las uñas. Conseguir el dinero para la filmación, el alquiler de los equipos, mi viaje desde Bogotá hasta Bolivia y la producción. Lograr que la gente crea en un proyecto independiente no ha sido nada sencillo.
-¿Qué tan fácil o difícil ha sido obtener financiación con crowdfunding?
Ha sido un proceso muy difícil. En Colombia y en general en Latinoamérica, no existe el concepto de financiación colectiva a través de una plataforma de internet. Es difícil que la gente confíe en algo intangible y mucho más cuando se trata de un documental y un proyecto de arte independiente. La mayor acogida la hemos tenido en personas del extranjero y amigos y familiares.
-¿Cuándo piensas quedarte quieta en un sitio? ¿En qué momento piensas echar raíces en un lugar?
Aún no sé cuándo me quedaré quieta en un sitio. En algunos periodos de mis viajes me canso del movimiento y decido quedarme quieta durante varias semanas o meses. Ahora me está pasando y decidí quedarme más de un mes en el norte de Argentina pero sé que seguiré con mi viaje. No sé exactamente cuándo ni dónde echaré raíces porque el viaje ya está incorporado en mi vida de tal manera que siempre necesitaré el movimiento y el cambio constante para ser feliz. Sin embargo estoy segura que con el tiempo dejaré de moverme constantemente y buscaré un lugar para poder trabajar a distancia, desde mi computador, escribiendo y creando proyectos. Haría viajes más cortos con una fecha de ida y de regreso, pero dejar de moverme por completo, ya no creo que logre hacerlo.
-¿Ser mujer viajando sola te ha significado alguna dificultad?
Al contrario de lo que la mayoría piense, en todos los lugares que he conocido he encontrado hospitalidad, sonrisas y seguridad. Sin embargo, lo que más me preocupa viajando sola es mi seguridad. Sé que al ser mujer estoy expuesta a más riesgos físicos que un hombre. Si intentan hacerme algo con violencia será más difícil escapar de la situación. No obstante, en estos tres años de viaje sólo sentí miedo por mi seguridad una vez cuando intentaron robarme con un cuchillo. Mi instinto de defensa me obligó a gritar tan fuerte que muchos salieron a ver qué pasaba. El mismo rol de mujer viajando sola hizo que otros hombres salieran a auxiliarme y esto espantó al ladrón. En cambio las situaciones que me generaron felicidad y seguridad, no me alcanzan con los dedos de las manos.
¿Qué es lo que más extrañas de Valledupar?
A mi abuela y caminar descalza por su casa. El jugo de mango y de zapote y la salchipapa (jaja creánme, las de Valledupar son únicas).