Un virus pretende separarnos, o ¿será que teníamos necesidad de apartarnos los unos de los otros para rehacer y reinventar las relaciones humanas?
La piel no solo es el mayor órgano del cuerpo humano sino que es el que nos une o nos separa. Nos une, porque en lo más íntimo, el contacto entre dos pieles significa un querer, un amar, un aceptar al otro en nuestro territorio. Le estamos permitiendo a esa persona conocernos en otro nivel de la vida, que no es el social básico. Nos une, porque permite entrar el perfume y la pasión del otro. Nos une, porque al juntar dos pieles nos fundimos. Nos separa, porque puede poner la barrera a todo ello y más. La piel está presente desde el momento mismo del nacimiento en el contacto del niño con sus padres y sigue hasta la despedida última, en que nos gusta tener la mano del otro entre la nuestra, mientras Caronte cruza el río con él.
El contacto humano comienza en la distancia con aquella persona desconocida, a quien no le permitimos casi ni el roce, que nos puede parecer molesto, cuando estamos en un ascensor o en un gentío. Somos territoriales, celosos de nuestro espacio. ¿Para qué? ¿No será este un primer punto a reinventar? Ya que luego solo se requiere una sonrisa para un mayor acercamiento, para comenzar a mirar, conversar, y ¿por qué no? a darnos la mano. Si alguien finalmente nos presenta y entablamos conversación posiblemente la despedida ya sea con un beso en la mejilla, si hubo empatía. La empatía lo es todo en el momento de permitir piel con piel. Con el contacto renace algo en nuestro interior, nos sentimos vivos, más vivos. ¿Permitiremos que el virus nos mate en vida? ¿Cómo queremos vivir este momento?
Preguntémonos si no nos hace falta recostar la cabeza en el otro; recibir el abrazo sincero; propiciar la caricia tierna; tener sexo, loco o sencillo; sentir el roce de las manos; percibir la mano ajena sobre nuestro hombro, apoyando, consolando; sentir que estamos rodeados de personas que comparten nuestra misma experiencia, en la cercanía, no en la distancia de 1 o 2 m, sino en la proximidad que une. Por algo nos gustan las reuniones, los bares, los restaurantes, los espectáculos, los conciertos, todo aquello que nos aproxima ¿permitiremos que el miedo nos lo arrebate?
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La piel es fundamental: para expresar las emociones, -se eriza de pasión, se enrojece de timidez, palidece de susto- la piel no miente
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La piel es fundamental: para expresar las emociones, -se eriza de pasión, se enrojece de timidez, palidece de susto-, la piel no miente; para la mente nos atrae o repele su color y textura, nos ayuda a decidir entrar en relación o no; para la inmunidad ya que es la primera barrera ante los agresores; crea endorfinas al contacto humano, nos da bienestar por tanto, y me pregunto ¿qué tanto queremos privarnos de todo ello, de todo esto? Privarnos del contacto humano puede llevarnos a un distanciamiento que nos conduzca a un individualismo egoísta mayor del que actualmente existe, la opción es reinventar el contacto.
Como lo es el despertar nuestra profunda intuición, con la que sentimos la sonrisa del corazón, propio y ajeno, el abrazo en la mente, la caricia de la emoción, en la distancia. Nos estamos abriendo a otras formas de contacto. Útil es. Como útil es que continuemos con el contacto físico. Soltemos el miedo y reiniciemos la cercanía. Practicar estos dos tipos de contacto nos hace seguramente mejores seres humanos, nos transforma, reinventa y une, sobre todo. En definitiva es salud, bienestar, paz.
Médico. Medicina del alma