En las primeras líneas del ensayo Elogio de la Dificultad, Estanislao Zuleta afirmaba que “la pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad”. Es quizá por esta razón, que se explica la dificultad de entender la idea de vivir sabroso.
Pero vivir sabroso no es, como diría Zuleta, “desear un mundo de la satisfacción, una monstruosa sala cuna de abundancia pasivamente recibida”. Vivir sabroso hace parte de una filosofía de vida de las comunidades afrocolombianas: “Es vivir sin miedo, vivir en dignidad, con garantía de derechos", según las palabras de la nueva vicepresidenta de Colombia.
"Lo sabroso", dentro de sus variadas acepciones, indica algo que tiene buen sabor, que produce placer, que es agradable, alegre, que divierte o entretiene. Lo sabroso se puede predicar de las personas, de la música, de la comida o de los momentos de la vida.
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La única acepción de algo sabroso que tiene un carácter negativo (de uso corriente en países Cuba y México, siendo sinónimo de zángano), se refiere a alguien que intenta vivir sin esforzarse ni preocuparse, en general, sustentándose de lo ajeno. En Colombia, parece ser que, al asociar lo sabroso con la lingüística de los pueblos negros y afrocolombianos, se cae en la fórmula facilista de estereotipar de forma negativa este término.
Pero más allá de lo semántico, la idea de vivir sabroso se identifica con una profunda crítica progresista al Estado de Bienestar. Es un llamado a una visión no mercantilizada del bienestar social, a la efectividad de los derechos sociales, a que se desvincule la idea del buen vivir de los vaivenes del mercado.
Es un llamado a lo que algunos autores llaman la “integración social”, mediante el ejercicio pleno y con garantías de los derechos civiles, políticos y sociales. Vivir sabroso, es una forma de oponerse al modelo neoliberal que parece tener en la incorporación a la economía de mercado de las personas, la única manera de generar vínculos sociales estables y permanentes.
Querer vivir sabroso no quiere decir que se esté en contra de los bienes materiales o que no se aspire a niveles de vida más altos. Todo lo contrario: la buena vida, igual que la libertad, solo es posible cuando no hay que preocuparse de tener alimento, vivienda y trabajo dignos, por ejemplo. Entonces, por eso es que vivir sabroso parece hoy una idea imposible en esta sociedad, descrita por Byung-Chul Han como pospandémica, porque en ella se abandona la idea del buen vivir.
Porque dentro de la jerarquía de valores capitalista, la acumulación de riquezas está más alta que las manifestaciones vitales, y "la explotación del hombre por el hombre es expresión del sistema de valores que sostiene al sistema capitalista”, siguiendo a Eric Fromm.
Vivir sabroso es una idea de buen vivir que se opone al consumismo inhumano y enajenante del capitalismo, que nos dicta que para ser feliz hay que comprar cosas. La idea de vivir sabroso nos invita a recordar que los bienes no son más que cosas, un substituto de la verdadera felicidad. Que hay necesidades que solo pueden ser satisfechas a través del intercambio social basado en valores humanos, como el trabajo creativo y auto-gestionado. Vivir sabroso es una idea fundamental para poder gozar de una segunda oportunidad.