Fernando González, conocido también como El Brujo de Otraparte fue ante todo un pensador, porque indagó sobre sí mismo haciendo cara al interrogante parmenidiano de “¿quién eres tú Teeteto?”, ya han pasado más de 50 años de su partida, pero su pensamiento resulta ser de primera necesidad para el nuevo país y sobre todo para los nuevos sujetos políticos que deseamos construir en los escenarios del pos acuerdo.
El Brujo “vivía a la enemiga”, pues no es de otra manera que se puede vivir en una sociedad “podrida”. Su hacer no era para la gloria, y es que como bien apuntaba, los colombianos no hacen o intentan cosa alguna que no sea para asegurar un pedestal acompañado de una fama aldeana.
Vivir a la enemiga implica desechar adeptos, y con esto el riesgo de la adulación, como bien lo decía: “El admirador desea que seamos como él, que nos convirtamos en servidores de sus gustos, de ahí la esclavitud en que caen los alabados: pierden la agilidad, esencia de juventud, esencia de quien vuela, del andarín y del celícola”.
Se trata de desnudar a “Esos que están robando y estafando al pueblo, piensen que todo se sabrá en el día del juicio. ¿Qué importa que lo sepan desde ahora?”, de asumir la vida política —el hombre en la ética frente a los otros—, Séneca descubrió con su muerte la farsa de lo “político”, nunca ha sido la critica a Laureano o Pumarejo y ahora no lo es a Santos, Uribe, Ordoñez o Morales, estos como bien lo entendía el brujo han sido, son y serán nombres circunstanciales, lo que se insulta es la mentira que ellos han representado, se trata de aquel ejercicio de falsedad que representan quienes viven solo en la acción y se niegan a la reflexión.
Es una crítica constante a las palabras, es por ello una crítica estética ya que lo falso siguiendo el pensamiento de Nietszsche es lo feo, lo inarmónico, es la burla al “bello estilo peído”, la farsa de lo académico, de las florituras verbales, de la vulgaridad de un Yo de propietarios y no de indagadores.
Aquellos, sí, esos, nacen colocados, viven colocados y morirán colocados, se trepan al poder, no por voluntad popular sino por una fementida vocación ancestral o por muñequeo burocrático, es esta la razón por la cual gobiernan para la casta.
Es por ello que en mayo de 1936 González diría algo que vale igual para hoy: “Colombia tiene pueblo y no tiene clase directiva”, y los partidos han sido la máscara de esa situación, de una “democracia”, decía: “Se trata de un cambio de propietario”. Denota ese espíritu de partido que no es sino división, faccionalismo y que produce el alineamiento de los odios. No se comprende al otro, ni se intenta, solo se le odia y rechaza lo que dice por ser simplemente otro.
Las ideas de Fernando estaban preñadas de realidad, y hoy entendemos (o creemos hacerlo) que cavo hondo como lo recomendaba Nietzsche, logro el milagro de la levitación aconsejado por Ortega para entender el tiempo propio, ese que implicaba distanciarse, elevándose para apreciar a la totalidad el fenómeno.
De esto surgió una idea o posición moral y política del anarquismo como afirmación individual de rechazo al poder.
“Bueno, pero ¿qué somos, políticamente? Somos anarquistas. El objeto de la vida es disciplinarse hasta no necesitar gobierno. Creemos que el gobierno es medio para conducir a los hombres al anarquismo, o sea, al paraíso. Para eso deben ser las escuelas, leyes, caminos y casas disciplinarias. Por consiguiente, el primitivo necesita que lo gobiernen mucho. Suramérica necesita gobiernos muy fuertes [...] Personalmente vivimos en la anarquía. Hemos conseguido la buena conciencia; decimos todo lo que pensamos y hacemos todo lo que sentimos; para nosotros no existe el gobierno sino como tema para escribir. Nadie nos impone ni se cruza en nuestro camino. No tememos, no odiamos y amamos la VIDA por sobre todas las cosas. El ideal del hombre es ser como rosa abierta, que no tiene nada oculto; ser desvergonzados, por inocencia y por odio”.
Y es que como bien lo apuntaba el brujo antes y sigue siendo vigente para el ahora, “Es en el corazón y en el espíritu donde residen las dificultades y donde está la solución de los problemas; con estos directores colombianos bien podéis expedir mil leyes y ordenanzas, y la vida continuará desagradable, difícil y fea”.
