¿Vivimos un agotamiento de la imaginación política?

¿Vivimos un agotamiento de la imaginación política?

"Mantener la medidas de mitigación, nos enfrentan no sólo a un futuro incierto sino a una quietud planetaria insostenible, más aún para nuestros países empobrecidos"

Por: Hugo Idárraga
abril 06, 2020
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¿Vivimos un agotamiento de la imaginación política?
Foto: Presidencia

Hoy, cuando más de 2.500 millones de personas se encuentran en aislamiento preventivo por la COVID-19, la humanidad entera pareciera tener a la mano pocas opciones para suprimir el contagio. En este futuro inmediato que se le aparece de bocajarro la sociedad planetaria, las posibilidades se han limitado artificialmente a la aceptación de un contagio masivo y extendido o a la implantación de una vigilancia totalitaria en nombre de la preservación de la vida, sin que ello, por lo demás, asegure que la primera opción desaparezca del horizonte. Ambas no son antitéticas; más bien, su combinación es el sueño de muchos poderes nacionales y globales que buscan sacar grandes réditos de estos tiempos convulsionados.

Mantener la medidas de mitigación, así como alcanzar la supresión, nos enfrentan no sólo a un futuro incierto sino a una quietud planetaria insostenible, más aún para nuestros países empobrecidos. Las medidas adoptadas en un consenso mayoritariamente global acerca de la eliminación casi completa del vínculo social no virtual, y con él de los lazos que de allí se desprenden, posponen el contagio y tal vez la muerte masiva de seres humanos, mas no lo evitan. Nadie, ni en las imaginaciones más entusiastas, ni en las alucinaciones más catastróficas, cree en la posibilidad de encerrar a estos miles de millones de seres a un confinamiento de uno o dos años sostenidos. Nadie. Y, sin embargo, las probabilidades de que esta sea una de las pocas alternativas para ralentizar la pandemia y aumentar el rango de respuesta siguen siendo muy altas.

A call to honesty in pandemic modelingi, el artículo publicado por Wesley Pegden, profesor asociado al departamento de ciencias matemáticas de la Carnegie Mellon, reclama una mayor atención sobre los pronósticos matemáticos que hoy proliferan sobre la evolución de la enfermedad, específicamente respecto al rango de tiempo que estos modelos han abordado y los resultados que de allí se obtienen. No es que los pronósticos de estos modelos serios e informados sean falsos, afirma Pegden; el problema más bien se origina en que no nos cuentan la historia completa. Aquél divulgado en el New York Times por Nicholas Kristof, o el recientemente realizado por Christopher J.L. Murray, adscrito a la Universidad de Washington, muestran una reducción significativa de muertes y contagiados gracias a las medidas de aislamiento articuladas a otras políticas sanitarias. Estos modelos, dice Pegden, parecen exultar un entusiasmo brumoso, pues deja por fuera del análisis los meses posteriores a la finalización de estas medidas, es decir, aquellos momentos en que el retorno de la vida social inevitablemente conducirá a un ritmo de transmisión similar a los niveles anteriores al confinamiento; a menos, aclara el autor, que una parte importante de la población se vuelva inmune, ya sea por la aparición de una vacuna o porque se recupere luego de haber sufrido la infección, –sin contar en este escenario con una posible reintroducción del virus por parte de agentes externos–.

En Wuhan, tomado hoy como caso de éxito en la reducción y control de la reproducción de la infección, un modelo diseñado por Prem et. al.ii y publicado en la revista Lancet, muestra en efecto la validez de estas medidas. El problema, sin embargo, sigue siendo el rango de tiempo analizado. Pegden demuestra en su artículo que todas estas medidas conllevan a un aplazamiento de las consecuencias masivas de la epidemia, mas no a una eliminación de su amenaza. El modelo de Prem et. al., desarrollado en javascript, muestra una reducción de las infecciones a mediados y finales de 2020 gracias a las medidas sanitarias, principalmente de aislamiento, pero al hackear el código, ampliando su rango de tiempo, emerge un escenario distinto: uno en el que las probabilidades del contagio masivo siguen intactas con o sin aislamiento, y en donde solamente se modifican las ocasiones en las que estos picos se presentarían.

El importante y urgente propósito de aplanar la curva permite evitar muchas muertes ante el posible colapso del sistema sanitario; además, concede un tiempo valioso tanto para preparar al sistema de salud ante el aumento de casos como para trazar políticas públicas que den respuesta a los problemas que vayan surgiendo. Con todo, sin embargo, la amenaza seguiría su curso y el virus continuaría con su alto nivel de contagio.

Después de una evaluación de la situación actual, el documento Impact of non-pharmaceutical interventions (NPIs) to reduce COVID-19 mortality and healthcare demandiii, publicado por el Imperial College, llega a una imperiosa conclusión: si bien las medidas de mitigación son esenciales en estos momentos, la única solución definitiva es la supresión, es decir, la eliminación o disminución drástica del contagio a 1 o menos de uno por cada infectado. Para alcanzar esta disminución se necesita una vacuna o la generación de la famosa inmunidad de manada, y ambas requieren tiempo. Las estimaciones varían de uno a dos años; un periodo muy largo, sobre todo por las terribles y profundas consecuencias que este encierro provocaría en la sociedad global. Ante ello, la investigación propone aislamientos escalonados, de manera que no se suspenderían completamente las actividades sociales y económicas, generando un aumento de la propagación del virus que luego pueda ser abordado con un nuevo aislamiento, y así, hasta alcanzar la reducción definitiva del contagio.

La esperanza de una vacuna es angustiante debido al tiempo de espera, y ello sin contar con las posibles fallas de su efectividad. ¿Esperar 18 meses encerrados –suponiendo que esto sea posible–, para que una vez desarrollada, no sea lo suficientemente eficaz? La otra posibilidad conduce al desarrollo de una inmunidad de manda con el costo inmenso en vidas que este proceso podría acarrear. ¿Está la humanidad dispuesta a sacrificar a su propia familia para salvarse ella misma? La pandemia nos ha situado en una disyuntiva igualmente mortal sobre la cual, pareciera, sólo tendrán derecho de escogencia los peores de entre nosotros.

Ninguna de las alternativas son alentadoras, y mucho menos para los países pobres, que deberán hacer un esfuerzo titánico para contener la propagación y al mismo tiempo para resolver los problemas sociales, que serán igual de urgentes. ¿Estarán nuestros gobernantes, por otro lado, dispuestos a priorizar las contingencias sociales por encima de los intereses económicos que los llevaron al poder administrativo del capital?

Todo esto nos enfrenta a, supuestamente, dos únicas alternativas: o la apertura total del aislamiento y de la economía o el aislamiento escalonado. La primera, además de cínica frente al riesgo de la propagación y el poco valor por la vida de las personas que se verían perjudicadas, será muy difícil de tomar por parte de los políticos que aún necesitan mostrar un mínimo de humanidad para las siguientes elecciones, o un mínimo de legitimidad dentro de sus sistemas políticos. La segunda implica un masivo despliegue de vigilancia individual y continua por medio de tecnologías digitales, que son las más efectivas para ello. El totalitarismo como consecuencia política, la legitimidad de esta estrategia frente a la supresión severa de las libertades individuales, y el acceso ilimitado a la información privada, son las cuestiones más preocupantes de esta alternativa, que poco a poco va ganando fuerza entre la opinión política y económica. En este sentido, es comprensible la preocupación de Srecko Horvat, cuando predice el advenimiento de “una forma más peligrosa de capitalismo, que contará con un mayor control y una mayor purificación de las poblaciones.”iv Ese es el peligro, al que estos dos únicos caminos parecen inevitablemente conducir.

China se ha convertido en modelo a seguir. ¿Es este el único modelo eficaz? ¿Será aclamado una vez los ciudadanos sean conscientes de este largo encierro por venir? ¿La implantación de políticas totalitarias se convertirá en la única opción posible para enfrentar la catástrofe sanitaria y económica que nos sobreviene? ¿Qué tanto de nuestros ideales pequeñoburgueses estamos dispuestos a sacrificar para recuperar o reconstruir nuestros vínculos sociales?

Aunque el futuro cada vez más difuso nos exija escoger entre la economía y la enfermedad o la vida y el poder totalitario sobre ella como las únicas opciones posibles, sigue existiendo, como siempre en la historia, la posibilidad de otras alternativas. Estos tiempos requieren caminos opcionales urgentes, eficaces y audaces, que permitan pensar en vías que escapen a este sino fatal, sabiendo que la economía de mercado buscará, por todos los medios disponibles, mantener su hegemonía, así sea a costa de sus propios fundamentos ideológicos.

Bifo Berardi plantea la pregunta que nos hacemos todos en estos momentos: ¿en qué estado saldremos de esta pandemia? “Podríamos salir de ella definitivamente solos, agresivos, competitivos. Pero, por el contrario, podríamos salir de ella con un gran deseo de abrazar: solidaridad social, contacto, igualdad.” Un gran dilema en manos de una humanidad acostumbrada por la violencia al fatalismo del no futuro.

Igual, en un panorama más amplio, enfrentados a los retos aún mayores que la crisis económica y el cambio climático exigirán, ¿acaso alguien siquiera pensó que la posible disolución de la existencia de este mundo, tal como lo conocemos, iba a ocurrir silenciosa y tranquilamente? Debemos ir acostumbrándonos a las escalofriantes circunstancias que esta y las siguientes situaciones nos harán arrostrar, sin dejar de pensar simultáneamente en que aún, bajo estas circunstancias, la realidad puede ser diferente.

REFERENCIAS:

iPegden,W. (2020, marzo 29). A call to honesty in pandemic modeling. Recuperado de: https://medium.com/@wpegden/a-call-to-honesty-in-pandemic-modeling-5c156686a64b

iiPrem, K., Liu, Y., Russell, T. W., Kucharski, A. J., Eggo, R. M., Davies, N., ... & Abbott, S. (2020). The effect of control strategies to reduce social mixing on outcomes of the COVID-19 epidemic in Wuhan, China: a modelling study. The Lancet Public Health.

iiiFerguson, N. M., Laydon, D., Nedjati-Gilani, G., Imai, N., Ainslie, K., Baguelin, M., ... & Dighe, A. Impact of non-pharmaceutical interventions (NPIs) to reduce COVID19 mortality and healthcare demand. 16 March 2020.

ivHorvat, Srecko. (2020, febrero 19). Why the coronavirus presents a global political danger. Recuperado de: https://www.newstatesman.com/politics/health/2020/02/why-coronavirus-presents-global-political-danger

vBeradi, Bifo. (2020). Crónica de la psicodeflación. En: Sopa de Wuhan: Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemias. ASPO.

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