Vives... ¿Vallenato?

Vives... ¿Vallenato?

Por: Élber Antonio Julio Cruz
febrero 19, 2015
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Vives... ¿Vallenato?
Foto: Agencia EFE

A raíz de la entrega del segundo premio Grammy Awards para el artista colombiano Carlos Vives en la categoría de “Mejor Álbum Latino Tropical Tradicional” por su producción “Más corazón profundo” (la primera fue en 2002 con “Déjame Entrar” también en la misma categoría) resulta oportuno precisar que, por más que el afán y la inmediatez de los medios de comunicación, llámese radio, internet, prensa o televisión, pretendan mostrarlo como tal, el artista samario no es un auténtico representante de la música del Valle de Upar.
Con excepción de los discos en los que interpreta las canciones del maestro Rafael Escalona y sus dos volúmenes de “Los Clásicos de La Provincia”, la propuesta musical y sonora de Vives, bebe más de la fuente folclórica de las riberas del río Magdalena y de las sabanas del otrora Bolívar Grande que de los cantos y acordeones de la antigua Provincia de Padilla.

Si no basta con la denominación de la categoría en la que le ha sido otorgado el prestigioso galardón, “Latino Tropical Tradicional”, conviene entonces revisar su discografía más difundida (La Tierra del Olvido, 1995,Tengo Fe, 1997, El Amor de Mi Tierra, 1999 , Déjame Entrar 2001, El Rock de Mi Pueblo, 2004, Más Corazón Profundo, 2014) para saber que se trata en realidad de un exponente de la música ribereña y sabanera del Caribe colombiano.

Su producto musical es el resultado de fusionar ritmos característicos de los pueblos asentados sobre las márgenes del río Grande de la Magdalena y el canal del Dique, lo mismo que de La Sabana, con géneros latinos y anglos, como el rock o el pop, a los que suma una fuerte dosis champetúa, ese fenómeno social y musical surgido de las barriadas, de la irreverente escena picotera cartagenera.
Su música entonces es más Caribe que vallenato, aunque lo primero cobije lo otro. No obstante, resulta saludable establecer la precisión por la sencilla razón de que más que sones y paseos, lo que Vives nos canta son porros, gaitas, fandangos, cumbias, chalupas, pajaritos, bullerengues, tamboras y champetas, entre tantos aires del litoral Caribe, a través de un nodo orquestal que vincula los instrumentos más distintivos de los formatos musicales tradicionales de la región, es decir, el conjunto vallenato, las gaitas y las bandas de viento, en dialogo sinérgico con la batería, los sintetizadores, el baby y las guitarras eléctricas, entre otros instrumentos no comunes a la organología de la música popular de la costa norte de Colombia.

Y es saludable por justo. Porque rotular al artista costeño y su música con la exclusiva marca “vallenato”, es desconocer la enorme influencia que las curtidas cantadoras y cantadores de los pueblos anfibios de la Depresión Momposina, o las diásporas afro de la zona de influencia del canal del Dique, o los campesinos laboriosos de los Montes de María y las sabanas de Córdoba y Sucre, o los músicos populares de la Cartagena marginal, han surtido en la configuración de un sonido, unas letras y un sabor tan particular como el que Carlos Vives y La Provincia han difundido con éxito por todo el mundo. No con ello afectando el muy merecido crédito de los grandiosos juglares vallenatos, cuya exaltación pública ya alcanza el país entero.

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