Hoy es la memoria del ayer que miramos con el respeto debido al dolor por los ausentes, hoy es el día de esos seres humanos llamados víctimas, que lo fueron y que nunca debieron serlo. Hoy es la memoria del presente que, como se repite hoy, de boca en boca, una y otra vez, “no pensábamos vivir para contarlo”, y soñamos tanto para vivirlo. Hoy también es la memoria del futuro, para que las otras generaciones lo sepan y nunca lo olviden, que es la forma de asegurar que nunca lo repitan. Y claro, hoy lo sentimos como un sueño realizado, que ya es una esperanza construida.
Hoy nos sentimos más humanos, nos reivindicamos como lo que somos, nos reencontramos como lo que queremos ser, sin olvidar lo que ya fuimos. Se acaba la guerra y ese es un triunfo de la razón que celebramos con el corazón.
Ojalá esa paz sea completa, ojalá esa paz dure, ojalá esa paz aguante. Se acaba la guerra y quedan los odios que son tan difíciles de desmontar. Se acaba la guerra y quedan las injusticias que la provocaron.
Entonces tenemos que volver a empezar a subir la roca a la montaña, esta vez para que la guerra no vuelva, para que, además de no matarnos, podamos vivir con dignidad. Si todo lo que se ha hecho y lo que se va a hacer le trae felicidad a un niño, tal vez podemos decir que lo hemos logrado.
Hoy un hombre pasa a la historia y otro hombre quiere hacer la historia. Pero ellos no son todas, no son ellas, las protagonistas que también cuentan. Ellos no son negros, no son indios, aunque vienen de esa mezcla milenaria, ellos deben saber que nuestra identidad es también diversidad, que toda negación es una forma de violencia. Por eso celebramos este encuentro de dos mundos distintos de una misma Colombia.
Hoy, más que nunca, somos Colombia, hoy la paz hace que estalle la alegría, hoy es el día de los abrazos y las risas y todas las emociones contenidas.
Hoy celebramos esa "paz con los ojos abiertos” que un día anunció el hombre que inventó a Macondo. Sí, ya sabemos, Gabo lo hizo con el deseo de que la estirpe de los Buendia que somos tuviera una segunda oportunidad en esta tierra llamada Colombia. Casi que no.