Cuando me enteré —según informó La W— que cada minuto de la visita del papa a Colombia cuesta 10 millones de pesos solo en logística, sí 10 millones de pesos por minuto… y va a estar 4 días…no pude evitar pensar en los pobres, en los desvalidos, en los necesitados, adjetivos que se aplican perfectamente a las víctimas del conflicto.
Aquellos que lo perdieron todo, porque las Farc a los que no asesinó, los sacó como perros de sus casas, sus parcelas, sus cultivos, y convertidos en desplazados hoy tratan de sobrevivir durmiendo en las calles de diferentes ciudades y pidiendo limosna en sus semáforos.
10 millones por minuto solo en logística por 4 días, sin contar los lujos las prebendas y el boato de emperador con que le encanta al presidente Santos engalanar sus eventos a invitados internacionales que también cuestan y mucho, son alrededor de 70.000 millones de pesos.
Pero eso no importa. Al menos para el presidente.
El presidente Santos necesita con extrema urgencia esa foto que le de la vuelta al mundo, donde aparezca él, el papa y Timochenko.
Santos en su conocida avaricia de poder cree que lo único que le falta a su “proceso” de entrega del país y comprar en Nobel de paz es la bendición del mismísimo papa.
Y si eso cuesta alrededor de 70.000 millones de pesos, pues que así sea.
Total, esa monumental cantidad de plata no la van a pagar ni él, ni las Farc.
La pagamos todos los colombianos.
No sé si los encargados de las finanzas en el Vaticano conocen esta cifra, que se va a desglosar en el recorrido del papa entre Bogotá, Medellín, Cartagena y Villavicencio.
Ciudades donde sobra decir, que el aparataje y la parafernalia que se va a montar para que sus ciudadanos puedan ver al papa más o menos 10 segundos que es lo que tarda en pasar frente a ellos en su papamóvil, a 50 metros de distancia o asistir a una de sus misas y verlo a 500 metros de distancia o en pantallas gigantes.
Porque eso es todo lo que lo van a ver. Ya que el excesivo calor que por estas épocas sufren Villavicencio, Medellín y Cartagena y las normas de seguridad y comodidad para un adulto mayor, tendrán al papa Francisco bajo confortable aire acondicionado.
Es posible que el papamóvil pase relativamente raudo por uno de esos semáforos, en una de esas ciudades, donde van a estar observando esos pobres, desvalidos y necesitados desplazados por el conflicto y se preguntarán:
¿Qué es lo tan importante que va a bendecir?, ¿qué lo hizo cruzar el Atlántico y venir exclusivamente hasta Colombia?
¿Va a bendecir una paz que no es paz por “los disidentes” de las Farc que siguen asesinando soldados?
¿Acaso va a bendecir la fertilidad de la tierra colombiana que aumentó sus cultivos de planta de coca a dimensiones que ya son más extensas que un pequeño país del Caribe?
¿O tal vez bendecirá el acto donde estamos seguros todos los colombianos que las Farc no entregaron la totalidad de sus armas y que el saldo más moderno está repartido entre Venezuela, Cuba y Nicaragua?
En realidad es difícil predecir que es lo que el papa Francisco va a bendecir.
Pero así sea que su bendición solamente recaiga sobre el pueblo colombiano,—algo que puede hacer desde Roma sin problema alguno— esto no les dolería tanto a esos desplazados, si el presidente Santos no hubiese dicho la semana pasada esas palabras que los revictimizaron otra vez:
“NO HAY PLATA PARA LAS VICTIMAS”.
Si el papa Francisco se entera de esto seguramente diría:
“Presidente Santos, Señor Timochenko, no me “usen” de esta forma tan engañosa para su exclusivo beneficio. Mejor repartan esos 70.000 millones de pesos entre los pobres, desvalidos, y necesitados que son las víctimas.
Hagan, señor presidente y señor Timochenko como el santo de quien tomé su nombre: San Francisco de Asís. El santo de los pobres. Él hubiese repartido esa inmensa cantidad de dinero entre las víctimas desplazadas y jamás le hubiese dado nada a sus victimarios…
Así que reparen a los pobres, a los desvalidos y a los necesitados que son las victimas desplazadas del conflicto y que ellos reciban mi bendición desde aquí, desde el Vaticano; y cuando su paz esté perfectamente establecida, sin “disidencias”, sin cambios de brazaletes, con la entrega total de las armas y sobre todo cuando paguen sus deudas con la justicia; pero como ustedes en Colombia de justicia están bien mal, les garantizo que sí o sí enfrentarán la justicia divina.
Se los digo yo, el papa Francisco, que soy el representante de Cristo en la tierra”.