En medio de una de las peores crisis políticas por las que ha atravesado Colombia en épocas recientes, aparece el anuncio de la visita del papa Francisco al país el próximo mes de septiembre de 2017, si bien es seguro que no es una manguala del Vaticano para ayudar a distraer a la opinión pública de los escándalos vigentes y por venir, si será una oportunidad de oro para el gobierno y su camarilla para desplegar una inmensa cortina de humo que ayude a apaciguar los sentimientos de repudio que el pueblo tiene hoy por nuestros gobernantes. Y todo este oportuno circo vaticano resulta altamente oneroso, la gran sacrificada será la laicidad del Estado colombiano la cual será manoseada, abusada, violada y ultrajada por el gobierno, cofinanciando esta católica visita con el presupuesto nacional, constituido con los impuestos que personas como usted, que puede o no ser católica, o yo, que no lo soy hemos tributado.
Y es que la visita del líder católico resulta sumamente enredada a la hora de evitar que recursos públicos se inviertan en el marco de este acontecimiento, pues no olvidemos que además de venir en condición de líder supremo de la iglesia católica en el mundo, también funge como jefe del Estado Vaticano y en esta medida, se le debe dar el respectivo trato por parte de la diplomacia colombiana, lo cual hará difícil discernir entre qué gasto es de visita de jefe de Estado y cual no, pues fácilmente podrán camuflar todo a través de la primera.
Es urgente que las organizaciones, movimientos y líderes no católicos del país comencemos a plantear veedurías ciudadanas en los territorios que visitará Francisco, estar alerta de las contrataciones en departamentos y municipios que pretendan apoyar esta visita, igualmente se deben encender las alertas sobre los recursos alrededor del proceso de paz ya que esta es otra arista de este peregrino, pues al tratarse de una visita oficial de jefe de Estado, máximo líder católico, para darle un espaldarazo al proceso de Paz, estarán aún más enmarañados estos dineros.
La peor posición de cualquier ciudadano no católico es hacerse el de la vista gorda ante semejando oxímoron pues recordemos que recientes visitas del papa a países latinoamericanos como México y Ecuador, han representado un costo diario para estos gobiernos cercano a los dos millones de dólares, cifra monumental para países como Colombia donde aún niños mueren de hambre y derechos fundamentales como la salud y la educación son de pésima calidad por falta de recursos.