En Pasto se realizó una reunión para avanzar en el diálogo regional que tiene como propósito elaborar el programa de gobierno del presidente Gustavo Petro denominado “Colombia, potencia mundial de la vida”. Los diálogos nacionales se iniciaron en Nariño, señalando que este departamento aportó una numerosa votación que, con entusiasmo y gran esfuerzo, vio cumplido el sueño de elegir un gobierno diferente a los anteriores que se caracterizaron por corruptos, clientelistas, violentos e inútiles como el que pronto va a terminar.
A la reunión acudieron representantes de la comunidad educativa y empresarial. Se destacó la presencia de exrectores de la Universidad de Nariño, que dejaron valiosas enseñanzas durante su administración. Allí se escucharon propuestas en torno a la educación, a las potencialidades socioeconómicas, a la defensa del medio ambiente y de estar situados en una zona de frontera, factor importante para el desarrollo de las relaciones económicas, diplomáticas y culturales.
El delegado enviado a Pasto para adelantar los diálogos en este proceso participativo fue Jorge Rojas, destacado defensor de los derechos humanos y promotor de políticas sociales para las clases desfavorecidas. Rojas fue designado por Gustavo Petro como coordinador político nacional de regiones.
El Gran Acuerdo Nacional impulsado por el presidente electo busca la unión de varias colectividades políticas, incluyendo a los partidos tradicionales. Este acuerdo es sin duda una fórmula importante para desarrollar un gobierno que logre la paz y la prosperidad nacional, acorde a la diversidad cultural y territorial que tiene el país colombiano. Sin embargo, ha sido cuestionado en algunos departamentos porque ha permitido la llegada de dirigentes que poco o nada lucharon para alcanzar el resultado histórico en favor del cambio. Peor aún, la reunión de los grupos académicos y empresariales de Pasto fue dirigida, con micrófono en mano, por dos sujetos conocidos por moverse con virtuosidad asombrosa en los oscuros caminos de la corrupción, en el manejo a su favor de los dineros públicos como funcionarios de la gobernación de Nariño.
Sin vergüenza ni pudor se sentaron y fotografiaron junto al honesto Jorge Rojas, que, seguramente, no conocía las habilidades malsanas de los dos sujetos que le rodeaban.
Todos los candidatos a la presidencia de Colombia tomaron el tema de la anticorrupción como bandera esencial para ganar el favoritismo del electorado pues Colombia está hastiada e indignada por semejante práctica que se hizo constante en casi todos los congresistas, en muchos funcionarios del gobierno e invadió todas las esferas de la vida nacional. Tres ejemplos, de tantos que se conocen, sirven para ilustrar los alcances del mal. Se robaron el dinero para ayuda de familias vulnerables en tiempo de covid. También los recursos destinados al internet en las zonas rurales. Hoy se constata con estupor que también se robaron el dinero para la paz. La revista estadounidense U.S. News cataloga a Colombia como el país más corrupto del mundo.
Fue Gustavo Petro que inició la difícil y peligrosa lucha anticorrupción desde su curul en el senado de la República. Por esta razón resulta chocante, inaudito e indignante que a nombre del Gran Acuerdo Nacional personajes corruptos traten de continuar apoderándose, en el nuevo gobierno, de los dineros públicos, que son sagrados decía el gran Antanas Mockus. En este asunto el Pacto Histórico tendrá que poner especial atención.
Seguramente la reaparición en el Acuerdo Nacional de viciosos personajes será tema preocupante en otras ciudades y pueblos de Colombia. Seria frustrante para la mayoría de colombianos que eligieron al presidente Gustavo Petro, no experimentar el verdadero cambio que tanto anhelaron en beneficio de las nuevas generaciones.
