Se ha vuelto común que en ciudades como Bogotá, Medellín, Barranquilla, y otras grandes ciudades de Colombia, que gobernantes y población crea que los altos índices de violencia social o delincuencia tienen que ver con la carencia de policías y reclaman a los gobiernos para que aumente el número de policías de sus ciudades.
De hecho, en este momento, previo a las elecciones, los candidatos a las alcaldías y consejos municipales de estas ciudades priorizan el tema de la seguridad como uno de los principales problemas a combatir y en la mayoría de las propuestas se habla del incremento de policías, de las cámaras para la vigilancia y hasta la vinculación de empresas de vigilancia privada para arremeter contra los delincuentes.
Este tema habla de un modo de comprender esta violencia en el que se puede observar un sentimiento y pensamiento clasista y autoritario típico de la clase media y alta de Colombia, que en vez de entender que esta violencia social como una expresión más de la inequidad social que históricamente las elites ricas de la nación han creado mediante distintos métodos, un modelo violento de gobiernos que lleva a muchas personas pobres, y no tan pobres, a la violencia o la delincuencia como única posibilidad de satisfacer sus necesidades en una sociedad en la que solo unos pocos tienen esas posibilidades de acceder a la riqueza, la educación, y el consumo publicitado por los canales privados de la televisión colombiana. La clase rica ve esta violencia como una amenaza a su modo de vida tradicional, el de las clases media y alta de la sociedad colombiana, acostumbradas a ser ellas las que históricamente han tenido el derecho de usar la violencia para imponer sus intereses.
Vale la pena aquí incluir una reflexión con respecto a las necesidades humanas que nos enseñó el profe Manfred Max Neef, cuando nos habló en su tiempo de las necesidades y las seudo necesidades y de los satisfactores y de los seudo satisfactores. Max Neef nos plantea que las necesidad humanas son limitadas, distintas al universo de necesidades creadas por el sistema industrial del capitalismo a través de la mercadotecnia que hace que los que tienen quieran tener más y los que no tienen nada busquen por todos los medios posibles, incluidos la ilegalidad, para tener lo que otros tienen.
Como nos dice: Joan Martínez Alier Barcelona 20 de enero de 1994”
“Las necesidades humanas no son infinitas e inescrutables. Por el contrario, son finitas y las conocemos bien. Eso no supone un reduccionismo biológico o etiológico, ni tampoco la aplicación del enfoque de "necesidades básicas de los pobres" (propio del Banco Mundial y otras organizaciones internacionales a partir de los años 1970). Las necesidades humanas lo son de todos los humanos, de los Mapuche y de los neoyorquinos, son finitas e identificables, pero los "satisfactores" pueden ser muchos y variados. Los mejores son los sinérgicos, es decir, los que satisfacen varias necesidades a la vez”.
Según lo dicho, La violencia social que es el caso, tendría impacto en la necesidad de PROTECCIÓN de los ciudadanos y ciudadanas en su ciudad. Según Max Neef, la Protección depende o se relaciona con varias dimensiones axiológicas: SER, TENER, HACER y ESTAR.
En ese caso, en la dimensión del SER aparecen necesidades según categorías existenciales como el CUIDADO, ADAPTABILIDAD, AUTONOMÍA, EQUILIBRIO y SOLIDARIDAD; en la dimensión del TENER: las categorías existenciales serían SISTEMAS DE SEGUROS, AHORRO, SEGURIDAD SOCIAL, SISTEMAS DE SALUD, LEGISLACIONES, DERECHOS, FAMILIA, TRABAJO. En la dimensión del HACER: aparecen categorías como COOPERAR, PREVENIR, PLANIFICAR, CUIDAR, CURAR, DEFENDER y en la dimensión de ESTAR, las de CONTORNO VITAL, CONTORNO SOCIAL.
Desafortunadamente, en la historia de nuestros países, la Protección se ha pretendido satisfacer mediante Supuestos satisfactores como: I. el Armamentismo 2. El Exilio, 3. La Doctrina de la Seguridad Nacional o el enemigo interno, 4. La Censura, 5. La Burocracia, y 6 el Autoritarismo. Max Neff plantea la Protección en términos Subsistencia, Afecto, la Participación social, la Libertad, la Identidad, el Entendimiento, el Ocio, y la Creación.
Por eso mismo, la historia de Colombia se cuenta en los muertos y las masacres que ha sido el modo de dominar y eliminar a los adversarios y protegerse la elite, política y económica de Colombia. De ahí que se entienda a los candidatos y alcaldes que buscan la Seguridad Nacional y el “enemigo interno” entre los colombianos y se dispongan a invertir los recursos nacionales para capturar criminales y construir mega cárceles seguras y llenar las calles de cámaras para vigilar e identificar a los criminales cuando se podría invertir esa platica en mejorar la Subsistencia de la población; promover el Afecto en las familias y vecindarios, facilitar la Participación social de la población haciendo real su derecho constitucional, fortalecer las condiciones para que las personas vivan en condiciones reales de libertad y no esclavizadas en las múltiples pobrezas, fortalecida su identidad, fortaleciendo su Entendimiento, facilitando el Ocio, y la Creación.
Esto podría concretarse en más escuelas, colegios y universidades, tanto en la zona rural como urbana; en aumentar la cantidad y calidad de los maestros escolares: construir y dotar más bibliotecas, promover el arte, la literatura, y hacer posible ese precepto constitucional de que Colombia es una nación multicultural y pluriétnica, fortalecer el diálogo intercultural del conocimiento científico con los saberes de los pueblos indígenas y afrocolombianos, garantizar el empleo seguro y los ingresos lícitos de las mayorías empobrecidas de la nación, garantizando la vida mediante un sistema de salud justo, distinto a al negocio de la muerte que representan las EPS y el sistema de salud actual. Sin esto es imposible detener la delincuencia y ya sabemos que las cárceles son escuelas del crimen y que la guerra genera más guerra.
Para terminar, una frase de cajón: las sociedades que no aprenden de su historia están condenadas a repetirla y no es posible esperar la paz cuando se busca reducir la violencia con otra violencia. Ese es el camino que nos ha traído hasta el presente, La guerra produce más guerra., la muerte más muerte. Solo la paz produce paz. Ahí está el verdadero reto de construir con los otros una Colombia mejor.