Es probable que, después de Maná, Vilma Palma E Vampiros sea la banda pop más grande del continente. Arrancaron formando “La pachanga” en 1991 y con sólo tres discos, que salieron en una racha de sólo tres años, crearon muchos éxitos de la música latina que ahora podrían ser considerados clásicos del rock.
Comprobarlo es fácil, basta con revisar la primera decena de canciones de su lista oficial en Spotify: “Bye bye”, “Auto rojo”, “Fondo profundo”, “Verano traidor”, “Voy a vos”…
Esa es la primera de las razones que ayudan a entender el fenómeno Vilma Palma E Vampiros, que en su momento fueron realmente gigantes. Pero hay otras razones que explican su éxito, por ejemplo, que cuando las radios dejaron de poner sus nuevas canciones, los tipos se dedicaron a vivir exclusivamente de las giras. Y no sólo se fueron a tocar a otros países, sino que visitaron hasta las ciudades más pequeñas, tocaron en cuanto bar quisiera tenerlos.
Es posible que consideraran que tal nivel de exposición era necesario para vivir de la música o, quizás, que simplemente se tratara de una cuestión filosófica. Como si ellos en algún punto hubieran pensado: si tenemos fanáticos allá, es justo que vayamos a tocar.
Yo me crie en Armenia, que es una ciudad de poco más de 300.000 habitantes y fui uno de los millones afortunados que –en algún momento– los pude ver.
Una crítica muy frecuente, que se le hace a las bandas en estos casos, es que sólo van cuando ya no son los más grandes, pero Vilma Palma viaja a mi ciudad desde comienzos de los noventa. Cuando tenía 10 años y estaba en el colegio, alguna vez me tocó enojarme porque era chiquitito y quería ver su show, pero no me dejaban ir.
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Un poco de historia de Vilma Palma
Vilma Palma E Vampiros se formó en septiembre de 1990 en la ciudad de Rosario e inicialmente estaba conformada por el vocalista Mario “Pájaro” Gómez, Jorge Risso en las guitarras, Gerardo Pugliani en el bajo, Carlos "Oveja" Gonzales en batería y Gustavo Sachetti en teclados.
Karina Di Lorenzo y Natalia Moscariello, eran las coristas, y terminaron convirtiéndose en uno de los ingredientes más icónicos de la banda (el icónico “chanu, chanu gue”, por ejemplo).
El nombre nació a partir de una protesta obrera contra la dueña de una mueblería, donde había un grafiti que decía ‘Vilma Palma e hijos de los obreros’, que con el tiempo se fue borrando y los músicos –inicialmente– lo tomaron como marca de broma para bautizar su grupo.
La primera canción que grabaron se llamó “Cumbia” y, aunque era un demo, se filtró en las radios de Rosario, que la colocaban todo el tiempo. Tan sólo un año después y en sólo una semana de grabación, hicieron su primer disco, que también se llamó Vilma Palma E Vampiros. Vendieron 1 millón de copias.
“La pachanga”, uno de sus primeros éxitos y la canción que hizo triunfar al álbum, la compusieron mamando gallo. Tardaron dos o tres minutos.
En ese momento, en Argentina, las canciones de rock que estaban hechas para la fiesta y para ponerse en discotecas estaban en su auge (por ejemplo, el pelado que mencionan en otra de sus canciones, era un famoso DJ rosarino que difundía su música). Entonces Vilma Palma, quizás sin pretenderlo, se volvió una de las mayores exponentes de los éxitos de verano.
Camino que luego también andarán otras agrupaciones como Los Ladrones Sueltos, The Sacados y hasta Los Pericos, quienes ahora son una de las agrupaciones más respetadas en el reggae latinoamericano.
Pero todo reventó en 1993, cuando publicaron su álbum 3980, que también vendió un millón de copias y que, además, es el disco que tiene varias de las canciones de Vilma Palma que son consideradas las más icónicas hasta la actualidad: “Me vuelvo loco por vos”, “Auto rojo”, “Mojada”, “Travestis”, “Te quiero tanto”, “No somos nada” o “Verano traidor”... todos éxitos indiscutibles.
Con “Fondo profundo” –tanto el álbum de 1994, como la canción del mismo nombre–, terminaron de popularizarse en el continente (de este disco salieron "Voy a vos" y "Fernet con coca" y sus siguientes producciones discográficas, aunque ya no tuvieron el mismo impacto radial, sí les sirvieron para consolidarse entre el público latino de Estados Unidos.
Desde mediados de los noventa, hasta ahora, mediados de los veinte (de los actuales), Vilma Palma E Vampiros se la ha pasado dando conciertos por todo el continente. Entre 30 y 50 al año, un número equiparable con los conciertos de Maluma.
El “ego” de Vilma Palma
A los argentinos suelen decirnos que tenemos un ego enorme y quizás sea un poco cierto, pero es que en Argentina el ego también opera de forma diferente: una cosa es sentirse capaz de devorarse el mundo y otra caer en la ignorancia de creerse más que los demás.
Vilma Palma, es el mejor ejemplo para explicar cómo funciona el ego de los argentinos. Porque ellos se comieron el continente, pero eso no los cambió y siguieron siendo buenos tipos.
Incluso, la primera entrevista que hice a una estrella del pop fue a Mario “Pájaro” Gómez, vía telefónica, para un trabajo de la universidad. Ni siquiera tuve que mentirle, el tipo –desde Rosario, yo estaba en La Plata– estuvo encantado de ayudarme a aprobar la materia.
Ese amor de ellos hacia sus fanáticos y de sus seguidores por la banda, no es de ahora. Así que sorprende que recién en pleno 2024, un empresario (Juan Velásquez) haya entendido que merecían –y podían– llenar un Movistar Arena. Las entradas ya están casi todas vendidas, aunque sería injusto destacar el logro sin mencionar que el concierto también ha sido un éxito por el empujón que le dio de la gente de Vibra.
Vilma Palma es gigante en Colombia, y es posible que sus recurrentes visitas a nuestro país, hayan sido fundamentales para que se mantuvieran vigentes durante los últimos 25 o 30 años. Además, la rompen en otros países como Perú, Ecuador; donde también se merecerían que alguien entendiera que son capaces de vender coliseos con capacidad para más de 15.000 asistentes. En una entrevista de hace años, su cantante cuenta que hay 15 canciones que sí no las cantan en los conciertos, el público los prende fuego.
Quizás, las nuevas generaciones ya no escuchen Vilma Palma y en algunos casos, ni siquiera Soda Stéreo; pero sus canciones siguen sonando en radios y las melodías de sus composiciones también han sido utilizadas para componer cantitos de hinchadas futboleras que seguramente los repetirán por diez, veinte o treinta años más.
Es posible también, que este fin de semana el Movistar Arena esté repleto de niños y adolescentes, acompañando a sus padres, cantando las canciones que descubrieron a través de Spotify o YouTube.