Un nuevo derrumbe por cuenta de la ola invernal acaba de dejar inutilizada a la bocatoma de Puente Abadía, lo que supone que Villavicencio estará con un grave racionamiento de agua durante por lo menos mes y medio.
Y aunque hay una planta alterna de tratamiento en el sector de Bavaria, todos sabemos por experiencia que este es un paño de agua tibia, y volvemos al tema de los insuficientes carrotanques con agua tratando de aminorar la emergencia.
Desde el año 2016 a hoy ya son miles de millones de pesos que se ha gastado la administración municipal de Villavicencio tratando de reparar los daños que causa el invierno a un acueducto viejo, mal diseñado y hoy completamente obsoleto.
Ya se nos volvió costumbre estar en emergencia cada que llega la temporada de lluvias, y todo porque las últimas 4 0 5 administraciones se dedicaron a remendar tubos cada que hay derrumbes en las riberas del río por cuenta de las lluvias.
Lo más grave es que —sin contar los costos de cada reparación en los últimos 2 años— hasta 2016 se habían invertido 65.000 millones de pesos en una obra que fue adjudicada inicialmente al contratista para elevar el volumen de conducción del líquido procedente de la bocatoma ubicada en quebrada La Honda y surtir a los usuarios de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Villavicencio.
Tras cinco años de estar en proceso constructivo la línea de aducción del acueducto por gravedad de Villavicencio y ante el pálido avance de las obras, en el 2016 la firma Edesa tomó la decisión de asumir de forma directa las obras para evaluar lo que se ha hecho, lo que queda pendiente, supuestamente para terminar la megaobra. Sin embargo, hasta hoy aquí no pasa nada porque las investigaciones nunca surten efecto jurídico de responsabilidad y EDESA difícilmente da la cara.
No obstante, pese al descalabro económico, hasta el momento la obra pensada para levantar la tubería y que esta no quede enterrada bajo el lecho de las aguas, lo que la hace vulnerable a la más mínima creciente, sigue en veremos y sabrá Dios hasta cuando.
Hace un año, tras una contingencia generada también por daños en la tubería de 33 pulgadas que lleva el agua a la planta de La Esmeralda, surgió una posible solución que todo el mundo aplaudió: esta era traer el agua desde la vereda Santa María la Alta, cercana a Villavicencio, y que garantizaría que los villavicenses tuviesen servicio continuo las 24 horas del día, aún en los veranos más crudos.
Pero ahí es donde le da la risa al caballo: esta obra que, tras los estudios de factibilidad, inicialmente fue presupuestada en unos 23 mil millones de pesos, ya supera en costos los 35 mil millones de pesos; dinero con el cual no cuenta la alcaldía, por lo que se precisa del concurso del Gobierno nacional y de la Gobernación del Meta para generar los recursos. Sin embargo, lo único que ha recibido hasta hoy el alcalde Wilmar Barbosa son promesas y palmaditas en el hombro, pero de aquello nada.
Ahora bien, Villavicencio, la puerta del Llano, que a su vez es la despensa agrícola de media Colombia, hoy no pasa de ser una finca sin agua, aunque se haya convertido en el vacacionadero de millares de turistas y los poderosos millonarios del país hoy estén desbordados comprando grandes extensiones de tierra en la región.
Villavicencio en materia de servicios públicos se volvió la cloaca del país. Y digo con mayúscula, CLOACA. No de otra manera se puede calificar a una ciudad que teniendo casi un millón de habitantes sigue sumida en el olvido. Si se trata del acueducto, ya es normal estar hasta un mes o más sin agua. Si se trata de la energía, la infraestructura eléctrica es un chiste, la ciudad está preñada de centenares de transformadores y redes que tienen más de 30 años de uso, lo que hace que al menor aguacero la ciudad se quede sin fluido eléctrico, y el algunas zonas hasta tres y cuatro días, como sucede en el sectores de la comuna 8 como Ciudadela La Madrid, para no ir muy lejos.
Ni qué decir del servicio de telefonía celular o fija, y hasta el internet. Aquí las empresas prestadoras de servicios públicos hacen lo que les da la gana con los usuarios porque tienen el monopolio, y al parecer el silencio cómplice de nuestros gobernantes.
Nos espera un poco más de mes y medio en el que estaremos sufriendo el racionamiento de agua, pero tal parece que nos seguirán esperando no sé cuántos años de olvido porque a los villavicenses no se nos respeta, y para el Gobierno, Villavicencio no pasa de ser la finca del amigo donde alguna vez se va de paseo, pero a nadie le importa lo que tenga que hacer el administrador de la finca para sostenerla.
Por ahora seguiremos gastando miles de millones de pesos del erario en remiendos, porque aquí nadie mira a futuro, porque parece que resulta más atractivo tener la teta de medianas pero costosas contrataciones, antes que buscar una solución definitiva que está a la vista, que muchos conocen, pero que quizá nunca se dé, porque cuando el pueblo renuncia a exigir sus derechos y los gobernantes no demuestran carácter y voluntad se le abre la puerta al peor mal que tenemos los colombianos: la eterna corrupción que cada vez más nos condena a no ser una ciudad futurista sino una simple y llana finca sin agua.