Me encontraba en Vietnam el pasado jueves 16 de noviembre.
Sí. Ese es el remoquete con que bautizaron a la tribuna norte del Estadio Metropolitano de Barranquilla. La del sur es Corea. Apelativos denominativos referentes a guerras del siglo pasado.
Por cierto, en el belicoso zaperoco de Corea ―todavía sin tregua formal―, estuvimos de entrometidos metiches.
¡Damas y caballeros, por fin nuestra gloriosa Selección tricolor pudo ganarle a la de Brasil en partidos de eliminatorias!
Un par de certeros cabezazos del crack del Liverpool, El Guajiro Luis Díaz, dejaron al portero de la verdeamarela, Allison Becker, como fría estatua viendo estrellitas.
Estuvo presente Mane Díaz, el padre de Lucho, quien recién había sido liberado a las buenas por los guerrillos que ya sabemos. Mane pasó el viacrucis comiendo las verdes y las maduras, del timbo al tambo, andi parriba y andi pabajo, payá y pacá en las agrestes estribaciones de la Serranía del Perijá. De la alegría y el contraste emocional le dieron tremendos yeyos que casi lo mandan a la enfermería del estadio.
Jornada espectacular y memorable. Como la tarde del 5 de septiembre de 1993, cuando Colombia le enterró 5-0 a Argentina, en el Monumental de Buenos Aires.
Y como otra grabada con letras doradas en el libro sagrado de nuestro balompié, como fue la del 3 de junio de 1962, cuando se le empató a Rusia 4-4, con el famoso Lev Yashín, La Araña Negra, en los tres palos soviéticos. En la portería opuesta estaba otro animal, Efraín El Caimán Sánchez. Por cierto, en el minuto 23 del primer tiempo de este partido se produjo el único gol olímpico en la historia de los mundiales de fútbol, y lo hizo el barranqui-mocanero Marcos Coll.
La patética realidad que se vive en el Estadio Metropolitano: clasismo y matoneo colectivo
Al principio del partido, provenientes de los costosos palcos de preferencia, oímos voces lejanas, algo así como “¡Fuerza, Petro! ¡Fuerza, Petro!” Y fue ahí que también comenzamos a exclamar con toda reciedumbre y a voz en cuello: ¡Fuerza, Petro! ¡Fuerza, Petro!
Luego, medio audible ―no todas las tribunas gritaban―, oímos la palabrota malsonante que cualquier malhablado vomita a toda hora. Tú sabes, la horrorosa mentada de madre ―el corito celestial, le decía El Campeón Édgar Perea―, y caímos en cuenta que lo que se había vociferado fue “¡fuera, Petro! ¡Fuera, Petro!”
¡Qué falta de respeto!
Nos enteramos que, ante tamaña insolencia, la joven hija del Presidente, Antonella ―quizás la única persona de apellido Petro presente en el estadio, y que por tanto con toda razón se tomó a pecho el desaire―, salió disgustada del coloso Roberto Meléndez con familiares y acompañantes, protegidos por su cuerpo de seguridad.
Te cuento que fui de gratiniano al partido. Me invitaron a todo dar mis amigachos cuatro gatos vecinales de la jai lai. Carísimas que estaban las entradas. Les tocó comprarlas en la desaforada reventa.
Volviendo al tema del Presidente, en diversos medios que sabemos se ha venido expresando que “no hay presidente” en el país.
Lo dicen calumniadoristas,… es que digo, los columnistas buchiplumas chupatintas de pacotilla de los medios que sabemos. También aullan lo mismo politiqueros de la deposición, digo ―no sé por qué me equivoco tanto, carajo―… quise decir oposición.
No entiendo. Si aseguran y juran que no hay Presidente, entonces…, ¿cómo puedes tú gritarle que se vaya? La cosa es como incoherente. Pero bueno, estamos en Locombia…
Ahora bien, si no hay presidente en el país, ¿quién diantres fue entonces el que asistió, en representación de nuestro país, a la última Asamblea General de la ONU, en Niu York? ¿O a la a Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022, en Sharm Al Sheikh, Egipto? ¿O al Foro de Seguridad Alimentaria, en Roma? ¿O a la posesión del presidente Luiz Inácio Lula Da Silva, en Brasilia? ¿O a la reunión de la CELAC, en Buenos Aires? ¿O a la III Cumbre Unión Europea-CELAC, en Bruselas? ¿O a la cumbre por la Amazonia, en Belem do Pará? ¿O a la Conferencia Latinoamericana y del Caribe sobre Migración, con AMLO, en Chiapas? ¿O al convite bilateral con el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, en Beiyín? ¿O a la Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, en San Francisco?
Ya para no alargarnos y refiriéndonos a eventos más recientes, ¿quién fue el que se tomó una foto con los sonrientes grandes cacaos empresariales, en Cartagena? ¿O con la oposición, a lo “seamos amigos, tomémonos un tinto”?
¿Quién fue, ah? ¿El fantasma Gasparín, el Chapulín Colorado, Pepe Cortisona, la mamá de Tarzán, Madam Kalalú, Roldán El Temerario, un X-men, Alien El Octavo Pasajero, el marciano favorito, el superbobo de Supermán o un cuentachistes de Sábados Felices?