A diario, decenas de personas acuden a una populosa barriada en el este de Caracas para buscar alivio a las más variadas afecciones y enfermedades, desde dolores musculares crónicos hasta diabetes, mediante rituales que combinan el fuego de las velas, el humo del tabaco y la invocación de “espíritus sanadores”.
La mayoría asisten motivados por una fe que encontró tierra fértil en este territorio sudamericano hace cientos de años, pero muchos otros buscan ayuda por recomendación de familiares y amigos en momentos de desesperación por no tener suficiente dinero para pagar una consulta médica privada. Esta es una historia de Rosalí Hernández.