A finales del año pasado se conocieron distintas denuncias del abuso policial del que fueron víctimas varios de los participantes en el Paro Nacional, una de ellas es Diana Carolina Ochoa, una profesora de la Corporación Universitaria Minuto de Dios que fue retenida de manera irregular por miembros de la Policía Nacional el 25 de noviembre en el norte de Bogotá, que sin seguir ninguno de los protocolos, fue maltratada física y psicológicamente por los uniformados. En la mañana del siguiente día, la profesora logró recuperar su libertad gracias al trabajo solidario del sindicato conformado por trabajadores de este centro educativo.
Como si el abuso de la policía no hubiera sido suficiente, a su regreso a la universidad la profesora se encontró con la indiferencia de sus jefes y a los pocos días, con la notificación de que su contrato había sido cancelado de manera unilateral. Ella que había trabajado por ocho años como profesora de Bienestar universitario, fue maltratada por una institución que dentro de sus principios misionales dice estar inspirada en el humanismo cristiano, tener un especial énfasis en lo social y desde allí “transformar vidas”.
Uniminuto le transformó la vida a Diana Carolina, pues en menos de una hora de ser notificada de la finalización de su contrato, se le impidió la entrada a la universidad en un estilo que seguramente la comunidad Eudista (orden a la que pertenecen los sacerdotes del Minuto de Dios), rechazaría desde cualquier punto de vista. Esta acción se vería como un simple procedimiento administrativo de la institución, si Diana Carolina no hubiese estado expresando abiertamente su apoyo al Paro Nacional y si su despido “sin justa causa” no se hubiera mostrado como una reacción a la situación que padeció la profesora al ser agredida unos días atrás por los miembros de la Policía.
Llama la atención que este no es el único caso en el que la universidad actúa de manera autoritaria frente a miembros de la comunidad educativa que muestran su simpatía con las movilizaciones que iniciaron con el 21N. En el mismo mes, se conoció un video en el que se canceló la reunión de Consejo Académico por una serie de frases alusivas al paro, que hizo visibles la representante de los estudiantes en este espacio. Pese a que esta situación estuvo en los medios de mayor circulación en todo el país, la universidad todavía no se pronuncia al respecto y prefiere pasar de agache en otro evidente episodio de censura.
En los dos casos la manifestación del autoritarismo de Uniminuto se hace evidente en personas que manifiestan su respaldo al Paro Nacional, independientemente de la posición que tengan las directivas de la universidad frente a la situación social y económica del país, es contradictorio que en el escenario donde el debate académico construye pensamiento y reflexión sobre la realidad, se evada justamente la discusión y se anulé al contradictor, más cuando estas acciones recaen sobre dos mujeres en condición de defensa de sus argumentos y visibles en la institución por su liderazgo.
Esta actitud de discriminación machista, sobre las opiniones políticas y en el caso de la profesora, la revictimización y lesión a su dignidad, son muestras de un ascenso del autoritarismo que se va posicionando y de la contradicción de la universidad con el principio de la autonomía y una comunidad participativa, pero también con la vocación del humanismo cristiano que Uniminuto pregona.
*Sindicato Nacional de Trabajadores de la Corporación Universitaria Minuto de Dios
