Desde la jornada de ayuda humanitaria a Venezuela, el pasado mes de febrero, empezó un éxodo de militares venezolanos desertores al régimen de Maduro hacia Colombia. Cruzaban el Puente Internacional Simón Bolívar para jurarle lealtad a Juan Guaidó y posteriormente ingresar a Cúcuta para empezar una nueva vida amparados por el apoyo prometido por Juan Guaido a quien le juraron lealtad.
Desde entonces, Guaidó no ha escatimado palabras ni promesas para incentivar el número de militares desertores de Maduro a su lado. Su estrategia le ha funcionado parcialmente. Para el mes de marzo, la Cancillería colombiana habló de 1.000 militares venezolanos en Colombia. Por jurar lealtad al “legitimo gobierno” recibirían garantías de vivienda, seguridad y alimentación para ellos y su familia durante su estadía en Colombia.
Sin embargo, Guaidó y su equipo de funcionarios que lo representan en el exterior les han fallado. Prueba de lo anterior fue el desalojo de al menos 120 militares que se hospedaban en el Hotel Acora de Cúcuta después de que el embajador designado por Guaidó en Colombia, Calderón Berti, mandara un cheque sin fondos para saldar una deuda de 60 millones de pesos para pagar el alojamiento. Los militares se han hecho oír dejando muy mal parado a Guaidó, dando una señal negativa para el proceso de ruptura dentro de las Fuerzas Miilitares que éste ha querido estimular.