Desde el 20 de marzo del 2019 quedaron atrás para John Viáfara sus días de gloria como el volante que le dio el único título de Copa Libertadores al Once Caldas. Se había dedicado desde su retiro del fútbol, en el 2015, a crear escuelas deportivas en la tierra donde había nacido y mantener varios cultivos de frutas. Pero en Jamundí, la Policía y la DEA habían descubierto que además se dedicaba a tener listos los ladrillos de coca que serían enviados por el Clan del Golfo y emisarios del Cartel de Sinaloa a los Estados Unidos, a través de anchas rápidas y semi sumergibles que salían de las costas del Pacífico. Una persecución que había durado dos años hasta que el 20 de marzo de 2019 fue capturado y enviado a la cárcel La Picota.
Desde ese día, el Pabellón 12, el lugar donde están los narcos más peligrosos de Colombia, se ha convertido en su casa. A esa área se le conoce como Pas B y allí estuvo en su momento Jesús Santrich. El único sanitario que hay en la celda está expuesto y las únicas distracciones que tenía era lavar la celda, alimentarse y caminarse una hora en el patio. El único gran momento que podía pasar en ese pequeño infierno son los partidos de microfútbol que ocasionalmente juegan. Allí puede recordar los días felices, cuando fue uno de los mejores volantes del mundo.
Este es el video de uno de los últimos partidos que ha jugado el exvolante de la Selección Colombia antes de ser enviado ante la Corte del Distrito de Texas para responder por los delitos de narcotráfico. Mañana John Viáfara tomará el vuelo a los Estados Unidos, donde pasará posiblemente el resto de su vida:
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