Cada sociedad abona sus adefesios: no nace Paloma Valencia en Rusia, Tirofijo en Estados Unidos, los Nule en China, Francisco Barbosa en Francia, la Cabal en Cuba, Maluma en Nueva Zelanda, el padre Lineros en Vietnam ni usted en la realeza británica. No es tan solo que los corruptos hayan saqueado las arcas sometiéndonos a la pobreza y al subdesarrollo eterno, ¡no!, sucede y acontece que cada quien está habitado por su pequeño Odebrecht a la hora de saltarse la fila y llegar más pronto.
No hay diferencia moral entre Samuel Moreno, los Nule o la mermelada con la que los gobernantes compran votos con los cuales logran sus reformas, y el que en las vías le ofrece un billete al policía de tránsito para que no lo multe, o el que le entrega un “cariñito” al funcionario para que le agilice los trámites, o el que le lleva chocolates a la secretaria para que lo pase primero a la consulta. La corrupción no es más o menos grave según el dinero que involucre o las consecuencias que acarree… corrupto es corrupto, aquí y en la Cochinchina, por eso, y antes que buscar la paja en el ojo ajeno, es sabio hacer consciencia de la viga en el propio.
¿Y usted aceptaría?