En estos días hemos visto una polémica sobre los límites que deben existir en las redes sociales, todo esto después que el nombre del hijo menor de edad de la señora Vicky Dávila apareciera en una columna de opinión. Desde luego esto es un hecho reprobable y que no debería suceder, y así fue como ha reaccionado todo el mundo, sin embargo, el hecho se ha magnificado de tal manera que, en realidad lo que busca es generar censura.
Como explicamos en esta vídeo columna, esto responde fundamentalmente a que ciertos medios tradicionales que se veían en una posición privilegiada, sin competidor, con total impunidad y con el monopolio discursivo se ven amenazados ante la aparición de nuevos actores. Ver a Vicky y a un señor como Luis Carlos Vélez hablar de buen y mal periodismo solo demuestra el nerviosismo y su incapacidad de enfrentarse a la realidad y los nuevos tiempos, en donde ya no gozan de ese status que antes sí. Por eso como explicaba el sociólogo francés Pierre Bourdieu salen en defensa de su campo, de sus privilegios y del status del que antes gozaban.
Recuerdo ahora un comentario de Jaime Garzón en el que decía que este país se escandaliza porque se diga hijueputa en televisión y no porque estén niños pasando hambre o limpiando vidrios en un semáforo. Esas palabras siguen vigentes, no nos escandalizamos, ni se hace justicia en el caso de los hijos de Maria del Pilar Hurtado, ese niño que vio como asesinaban a su madre por ser líder social o el caso de la niña de 12 años violada por siete militares del ejercito de Colombia.